El símbolo del euro frente a la sede del BCE en Frankfurt. :: KAI PFAFFENBACH / REUTERS
Economia

La UE acuerda el fondo de 55.000 millones para resolver quiebras bancarias

El mecanismo único de resolución estará mutualizado en 2023, aunque en dos años estará fusionado el 60% de los fondos nacionales

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Como en las grandes ocasiones, tras una maratoniana reunión de 17 horas que comenzó a las tres de la tarde del miércoles, la Unión Europea dio un impulso definitivo, histórico, a la unión bancaria, el «proyecto más relevante y ambicioso desde la creación de la moneda única». Finalmente, el Mecanismo Único de Resolución (MUR), el instrumento de 55.000 millones capaz de decidir el cierre de un banco, se aprobará dentro de un mes, en el último pleno de la legislatura, y como exigía la Eurocámara, tendrá una naturaleza más europea de la que los Estados miembros acordaron entre brindis de champán a finales de diciembre. Europa ha vuelto a salvar el enésimo 'match ball'. Con incertidumbre, sobre la bocina, con pie y medio en el abismo... Pero lo ha hecho.

El llamado trílogo, formado por el Consejo Europeo (gobiernos), la Comisión y el Parlamento, alcanzó ayer un difícil acuerdo sobre el MUR, el segundo y más relevante pilar de la unión bancaria. El primero es el Mecanismo Único de Supervisión (MUS), ya aprobado hace meses y que entrará en funcionamiento el 2 de noviembre, cuando el BCE asuma las labores de vigilancia de los 130 principales bancos de la Eurozona. El objetivo es reducir al mínimo los riesgos del sector financiero, romper el vínculo entre deuda soberana y deuda bancaria, y acabar con la fragmentación financiera que tanto perjudica por ejemplo a las pymes españolas, obligadas a pagar más intereses al estar penalizadas por el 'riesgo país'. En definitiva, que no haya bancos alemanes, franceses, italianos o españoles, solo europeos.

Pero la aprobación del MUS fue un juego de niños si se compara con el MUR. «Hablar de cerrar un banco son palabras mayores», suele recordar el ministro español de Economía, Luis de Guindos, cada vez que es cuestionado sobre el asunto. El 'habemus acuerdo' tan esperado se entonó hacia las ocho de la mañana en Twitter. Todos cedieron, incluso Alemania, pero en el fondo, en los asuntos de calado, las tesis de Merkel y su ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble, volvieron a imponerse.

No lo vio así el equipo negociador de la Eurocámara, autoproclamado gran vencedor de la contienda: «El señor Schäuble tuvo que hacer muchas más concesiones al Parlamento que a los Estados miembros. Es algo realmente importante. Podemos despertar al señor Schäuble a las 5:30 de la madrugada para que finalmente cediera», alardeó el también alemán Sven Giegold, de Los Verdes. Por su parte, la mano derecha de Merkel se mostró satisfecho porque sus «principales exigencias» habían quedado reflejadas en el texto final.

El 60% en dos años

Vencedores al margen -todos destacaron el rol ejercicido durante la madrugada por el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem-, lo cierto es que después de muchos meses de negociaciones, los líderes comunitarios, enfrascados en la crisis rusa, pudieron ayer blandir en la cumbre de Bruselas un «acuerdo histórico». Y lo es, sobre todo, porque trasladan un mensaje de unidad y solvencia a los mercados, los mismos que hace apenas dos años pusieron contra las cuerdas la propia existencia del euro. El mecanismo de resolución estará formado por un fondo común de quiebras dotado con 55.000 millones que aportarán las entidades financieras. Ni se creará en una década, como acordó el Consejo, ni en los tres que exigía el Legislativo. Será en ocho, aunque la mutualización de los compartimentos nacionales en los que estará distribuido se hará mucho más rápido de lo previsto, de forma que el primer año se fusionarán un 40% de los fondos nacionales, el segundo, un 20% y a partir del tercero, el 6,67% hasta alcanzar el 100% al octavo ejercicio. Es decir, que el fondo de resolución no será europeo en su totalidad hasta 2023 -entrará en vigor el 1 de enero de 2016-, pero sí tendrá nivel comunitario muchísimo antes de lo que los socios pretendan.

Otro de los logros arrancados por la Eurocámara es la simplificación de los procesos de decisión a la hora de cerrar un banco. Se podrá hacer, por ejemplo, en un fin de semana. «Cuando hay un fuego, los bomberos no piden permiso al ayuntamiento para actuar», advirtió esta semana la presidenta del MUS, Danièle Nouy. El BCE, junto a la autoridad de resolución del propio MUS, ganan mucho peso, pero en los casos de más relevancia, sobre todo económica, el Consejo tendrá la última palabra, como exigía Berlín. Merkel, además, también ha logrado que no existan líneas de crédito adicional con avales públicos ni se utilice el Mecanismo Europeo de Estabilidad (Mede).

La otra gran victoria germana ya se logró hace unos meses y ayer quedó ratificada. El dinero público será la última alternativa para futuros rescates bancarios, ya que se obligará a accionistas y acreedores (no sólo bonistas junior, también senior) a afrontar quitas antes que los grandes ahorradores de la entidad (depósitos superiores a 100.000 euros). Estos pasan a situarse al final de la cola y, salvo «en casos excepcionales», con riesgo cero. Los inferiores a 100.000 euros siguen blindados.