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¿Quién da la vez?

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Al final de la cola no había nadie. Bueno sí, estaba el último. Se acercó y ya se encontró en el último lugar. Aquella mañana se había levantado sin muchas ganas pero al final picó. Y es que en una ciudad como Cádiz hacer cola cada mañana es un ejercicio de ciudadanía. Parecía que la cola no iba a ser muy de su gusto pero enseguida vio que avanzaba lentamente, y era así como le gustaban. Las colas, lentitas. Es por eso que las de los estancos no eran muy de su agrado, demasiado rápidas, no daba tiempo a nada, ni siquiera a preparar el dinero para el tabaco o los sellos. Le disgustaba esa prisa que se da el estanquero en atender al público. Ni que esto fuera Madrid.

Sin lugar a dudas donde mejor se hacía una buena cola era en la plaza, en la de San José. Esos puestos de pescado, de carne, de fruta, de verdura. Allí sí que se echaba un buen rato. Para eso estaban, para echar el rato. Allí nadie tenía prisa. Esas colas, que no eran colas, al barullo, así, todos de cara al tendero. ¿Quién da la vez? Pues, ahora yo. Allí se encontraba con su gente, con su grupito de cola. Gente experta en el tema.

Y después estaban las de los bancos. Con sus recibitos de la luz, del agua y del gas en la mano, bueno, no, cada día uno. Así, salía de casa. En los bancos, pese a que la gente estaba más a disgusto, sobre todo ahora con esto de la crisis que habla todo el mundo, se estaba más fresquito y en el verano, se agradecía. Así y todo, el ambiente en los bancos últimamente estaba más que encrespado, sobre todo, con el robo ese que le llaman de las preferentes.

Una cola, aunque siempre sea una cola, no son todas iguales, ni mucho menos. Por un lado están los fijos y por otro los eventuales, como en los trabajos. No es lo mismo una cola en la plaza o en el banco, las de los fijos de la casa, las del día a día; que una cola para el carnaval o para los abonos del Cádiz. Eventuales, sin experiencia.

De todas formas, las colas habían cambiado mucho en estos años. Ahora, parece que la gente tiene reparos para hablar con el de delante, además está eso del «güasá» que tiene a to el mundo encarajotao y no prestan atención a nada. Lo que no cabe duda es que en una cola es donde mejor te enteras de toda la actualidad: de lo del video de la concejala, lo de los niños de Córdoba, lo del móvil del Gordillo, los recortes de los viernes.

Yo, por las mañanas y como pueda, me apunto a una cola, a cualquiera, sin exquisiteces, menos a una, eso sí, a la que van mis hijos, a la del INEM, que cada día es más larga y nunca se acaba.