PAN Y CIRCO

SE JUEGA EL 1-4-1-4-1

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El sistema de juego capicúa, además de marcar el estilo de izquierda a derecha, y viceversa, sirve de indicador para comprobar si el equipo rinde según lo esperado en el campo. Pero antes, hay que construirlo, y el primer paso es la selección de los jugadores. Es fundamental que además de poseer la formación técnica adecuada, encajen emocionalmente con el resto y se sientan ilusionados con el proyecto en el que se les propone participar. Porque un equipo funciona sobre datos objetivos en cada parcela, y sobre la base emocional y subjetiva: la interdependencia y confianza que exista entre cada uno de los miembros.

Para construir sinergias, la formación, emociones y motivación de cada uno de los futbolistas deben estar equilibradas. No basta con que posean una buena cualificación deportiva. Si no confían los unos en los otros, las funciones de cada uno no se integrarán adecuadamente con las de los demás y se habrá creado un grupo disperso, con facilidad para desviarse de los objetivos.

Un indicador para conocer el estado del equipo es que el ambiente de trabajo sea positivo y distendido. Trabajar hacia la cohesión desde el inicio garantiza tener un equipo unido para que, a nueve meses vista, se llegue en condiciones óptimas para cumplir los objetivos con similares recursos humanos y materiales que otros equipos vecinos. Además, la unión aporta seguridad y fortaleza al equipo otorgándole creatividad para mejorar en áreas concretas; y permite innovar para alcanzar así los resultados con un menor esfuerzo.

La confianza se produce tras un período de conocimiento previo. Se va creando el prestigio de cada uno de ellos, el capital más preciado en la vida del equipo. Confianza y prestigio van íntimamente unidos: un sentimiento que surge de la relación interpersonal y la valía técnica demostrada en el campo. Sin olvidar que, las personas no son lo más importante, son lo único importante.