Apuntes

Castillo de naipes y de San Sebastián

El Gobierno y el Ayuntamiento han conseguido poner en pie las ruinas de un proyecto megalómano que los dirigentes socialistas prometieron en vano

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La naturaleza es la condena y el privilegio de Cádiz. El mismo mar que la rodea y crea la mayoría de sus insalvables dificultades para la construcción de viviendas, la instalación de empresas o la movilidad de las personas es también su mayor atractivo, es clave en su protagonismo histórico y fundamental en su potencial turístico.

Se trata de convertir la dificultad en virtud y pocas construcciones simbolizan mejor esa opción que los grandes castillos del perímetro marítimo del casco antiguo. Santa Catalina ya fue un ejemplo de recuperación de las antiguas fortalezas, que incluso ejercieron como prisiones, para transformarlas en espléndidos recintos culturales.

El castillo de San Sebastián aún ofrecía más opciones. Su peculiaridad era aún mayor, sobre todo su superficie, aunque también las limitaciones climatológicas y las complicaciones de seguridad.

Aún así, el PSOE, a través del Gobierno de Zapatero y del Ejecutivo autonómico de Chaves, a través de Zarrías o Pizarro, se empeñó en anunciar en ese castillo un proyecto megalómano, lleno de faros de libertades, auditorios enormes, casas de América y hasta puertos para pequeños barcos turísticos.

Después de ofrecer unas expectativas desorbitadas, con la tradicional finalidad electoral, ese castillo de naipes se fue cayendo presupuesto tras presupuesto, hasta dejar la obra casi paralizada y admitir, justo antes de que el PSOE dejara La Moncloa, que no sería ni un tercio de lo anunciado.

Ahora es otro gobierno, y el Ayuntamiento, el que coge el testigo, el que debe recomponer los trozos rotos del sueño y ponerlos en pie. Al menos, los nuevos gestores han conseguido que tenga actividad este año y que vaya a continuar una remodelación, realista y posible, esta vez, a partir de 2013.

Puede que parezca poco, pero es más que lo que dejaron. Que era nada.