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LA CENA DE LOS IDIOTAS

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La cena de los idiotas' es una película en la que quien incorporaba al más tonto era consagrado ganador. En las primarias republicanas el problema es que, entre los tontos, ninguno destaca lo suficiente. Y más que un problema de los republicanos, se vislumbra como la solución a que Obama repita al frente de la Casa Blanca.

Romney no solo no aporta nada a las aspiraciones de su partido, sino que contribuye a embarrarlo todo. El enfrentamiento entre Santorum y Romney únicamente ha servido para mostrar al rey desnudo y exhibir sin piedad sus vergüenzas. Solo la sorpresa de un nuevo candidato tendría remotamente alguna oportunidad. Romney es un republicano naif al que sus patrocinadores han votado tapándose la nariz porque se le consideraba alternativa contra Obama, pero eso pasó a la historia. Ha demostrado ser extremadamente débil en las primarias, a pesar de sus enormes fondos de financiación. O precisamente a cuenta de ellos. El economista Paul Krugman cree que se trata de un cínico, además de un metepatas, con algunas ideas solventes, a las que precisamente son alérgicos los ideólogos de la derecha. Y pone como ejemplo sus recientes declaraciones en el sentido de que las restricciones salvajes en el gasto público impiden el crecimiento. Muy cerca de la progresía europea y alineado con la 'realpolitik' de Obama. «Finge defender tonterías porque eso es lo que la base republicana desea oír».

Los ideales sociales de Romney son una farsa y surgen las contradicciones cuando exhibe ante el electorado que posee dos Cadillacs. También se muestra contradictorio entre sus verdaderos sentimientos proabortistas y la necesidad de enarbolar su banderín mormón contra la caspa religiosa de su rival Santorum.

Este sería en el reparto el payaso tonto que hace de listo. Ondea en sus mítines una estampa de la Virgen y cuando se lo propone llega a ser el hazmerreír al reprochar a Obama su esnobismo por desear que todos los niños tengan acceso a una educación superior. O cuando se pronuncia contra la contracepción, las pruebas prenatales y la separación de la Iglesia y el Estado. O afirma que el diablo está involucrado en una guerra contra América. La insustancialidad de los candidatos es lo que realmente convierte el resto de la campaña de primarias en una tontería. Yo no creo en su cinismo, como dice Krugman. Eso sería un rasgo de inteligencia. Creo más bien en su severa estupidez. Un malvado descansa mientras que un tonto lo es en todo momento. En cuanto a su cinismo, no he conocido un solo candidato sincero. Es más, soy de los que también se declaran engañados por Obama. Pero son las tonterías las que no admiten los electores. Y ese afán de 'yo más' en el que se debaten los candidatos republicanos los identifica en el 'Tratado de la estupidez humana' con arreglo a su primera ley fundamental: «Siempre e inevitablemente, cada uno de nosotros subestima el número de individuos estúpidos que hay en circulación».