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Cuando soñábamos con ser de Oro

Un fotógrafo o un perjudicado por el terremoto de Japón, así es el presente de la mejor generación del básquet en la ciudad El extinto Canasta Unibasket trajo a Jerez el mejor momento del baloncesto

JEREZ. Actualizado: Guardar
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«Creo en los milagros, tengo mucha fe en la vida por motivos personales, pero esto no tiene futuro». Toa Paterna, dos meses antes de su fatal desenlace, reconocía en LA VOZ que «todo se ha acabado», y al referirse con todo, el malagueño fue premonitorio. El Canasta Unibasket Jerez, ese equipo que trajo a la ciudad la Leb Plata, la Segunda B del baloncesto nacional, dejó escapar seguramente la mejor generación de jugadores de este deporte que haya dado la zona. Ahora, precisamente cuando el club ha cesado en sus actividades y el baloncesto local emerge como puede, los Cabral, Chanca, Nieto, Jiménez, Torres y compañía se han tenido que buscar la vida con mayor o menor suerte.

«Esto es una gran familia, los que empiezan de pequeño acaban llegando al primer equipo». Joaquín Cabral ha sido el último de esa generación en encontrar acomodo. Acaba de firmar por el Cimbis de San Fernando, equipo que milita en la Liga Eba, justo donde comenzaba en 2005 el sueño de un equipo que dirigía con ilusión Manolo Moscosio, que acabó resignado y dejando el baloncesto profesional, y en el que Cabral ha coincidido con Alo Marín o Sergio Ramos, formados también en el seno de esa gran familia llamada Canasta Jerez.

Concesionarios en Florida

Y es que el sueño dorado de llegar a Leb Oro le costó caro al club, pero parece que también a sus jugadores. Noches durmiendo en la casa de la hermana del entrenador, viajes agotadores en autobús cruzándose el país... Fueron muchas las penurias del mejor equipo de baloncesto de Jerez. «Ontario Lett estaba en Japón, pero le cogió el terremoto, pararon la Liga y ahora ha abierto un concesionario de coches en Florida». Cabral recuerda aquellos años, en los que clásicos como David Chanca o su propio hermano Miguel Ángel eran la base del equipo. Miguel Ángel Cabral mata el mono del baloncesto jugando los miércoles en un equipo de veteranos. Caso diferente el de Chanca, al que el DKV le ha cursado ficha para que juegue en categoría provincial. Otros, caso de Jiménez o Torres, secundarios de lujo del equipo que lograba dar el salto de categoría, han dejado de lado el baloncesto para otras labores como la fotografía, o se han ido a vivir a Argentina, como Julián Horacio, o Canadá, caso de Nick Maglisceau. Diferente caso el de Álex Nieto, jugando en el RST de Tánger, Marco Sekulic, en Montenegro, José Medina, en el CB Cáceres o el joven Pablo Almazán, en Liga ACB con el CAI Zaragoza.

Toda una generación que hizo del baloncesto un deporte conocido en Jerez más allá del fútbol, pero que acabó como una pesadilla tras hacer de Jerez una ciudad de Plata.