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ARTE DE ELEGIR

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No es fácil acertar en la elección, ya que sólo se puede escoger entre los que se presentan y a esos no los hemos elegido nosotros. En los partidos no existe la democracia interna, ni siquiera la mediopensionista, y siempre se producen trifulcas. La de ahora, para nombrar al secretario general del PSOE de Madrid, puede traer cola ya que no tiene ni pies ni cabeza. A pesar de su buen carácter, que no le niegan ni siquiera los que le consideran negado para conducir al país, el presidente Zapatero se ha disgustado. Su enfado se debe a la filtración de Ferraz, que así como Roma no pagaba traidores, no paga a fontaneros. No hay secreto en la sede del partido que no se conozca con anticipación. O las paredes oyen o tienen la lengua muy larga los inquilinos. El líder socialista de la capital no tiene mucho que hacer frente al líder total. Quien manda, manda y quien crea en que cuenta la opinión de los afiliados es un gilipollas. Los adictos, sean del partido que sean, sólo servirán para hacer bulto hasta que existan elecciones primarias. Se decantó pronto Zapatero por mostrar su preferencia por Trinidad Jiménez ante Tomás Gómez. La primera muestra más dientes al sonreír que el segundo, pero no hay que confundir un anuncio electoral con uno de dentífrico.

Por si no hubiera suficiente calor, la polémica está caldeando el ambiente. Gómez no deja de presionar y sigue firme en su idea de ser candidato y Jiménez está encantada de que la presionen. El enojado ZP ha cancelado su cita con el terco aspirante. Y es que no acabamos de enterarnos de las ventajas del sistema digital. Hay que partir de la base de que no pintan nada las bases. Al candidato se le nombra y sanseacabó. Así eligió Aznar al de la leal oposición y así quiere elegir Zapatero al secretario general del PSOE de Madrid. Qué raros son estos demócratas.