Massimo Gramellini, autor de 'Me deseó felices sueños'. / Beatriz Velardiez (Efe)
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Gramellini vence al pudor con la «verdad de la ficción»

El subdirector de La Stampa publica 'Me deseó felices sueños', la novela con la que se enfrentó a la trágica verdad sobre la muerte de su madre y que ha conmovido a Italia

MADRID Actualizado: Guardar
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Massimo Gramellini (Turín, 1960) se quedó huérfano el 31 de diciembre de 1969. Su madre, muy enferma, se arrojó al vacío. El no lo sabría hasta 40 años después. Su padre tejió una "amorosa mentira" para protegerlo. Le hizo creer que había muerto de un ataque al corazón. Aquel crío de nueve años, hoy periodista, descubriría la dramática verdad gracias al diario en el que trabaja. Una crónica daba cuenta con detalle del suicidio con el titular 'Madre se arroja desde un quinto piso'. Gramellini, subdirector de La Stampa de Turín, sufrió un mazazo emocional del que ha surgido a una tierna y conmovedora novela. 'Me deseó felices sueños'. Es un estremecedor relato de su batalla contra los estragos del dolor, el pudor y el desafecto que llega al lector español de la mano de Destino tras haber vendido en Italia más de 600.000 copias y haberse traducido a una decena de idiomas.

Avergonzado de decir que era huérfano, cuando reclamó verdades "mi padre inventó una historia que nadie, salvo yo, hubiera creído". "No quería hacerme daño y yo evitaba continuamente la verdad, que impacta y desestabiliza, pero que hasta que no la conoces, hasta que no la afrontas, hace que sigas siendo un niño" explica Gramellini. Adulto por fin, tras su desesperada y dolorosa búsqueda de afectos sabe ahora "que la felicidad no está en ser amado, sino en amar".

Asegura haber practicado "la sastrería psicoanalítica". Enfrenta a sus miedos y en un gesto de valentía los expone sin pudor a lector su sentimiento de culpa, su rabia, la frustración y la tristeza se apoderan de alguien que ansía responder a la pregunta que lleva haciéndose cuatro décadas años: ¿Por qué?. "La historia que me había crecido dentro durante cuarenta años, pero no cuento mi vida, sino la novela que hay dentro de mi vida, ya que dentro de cada uno de nosotros hay una novela", afirma el autor.

"La verdad -agrega- se cuenta mucho mejor e una novela que en los periódicos. Mi reto era vencer el pudor que te paraliza y hacerlo en primera persona, para ofrecer un espejo al lector". Lo que más le ha sorprendido es la eficacia de ese espejo, que la historia de la asunción de su hondo y particular dolor se revelara "tan universal". Recibe mensajes de miles de personas "que aceptar el dolor, como yo lo acepté, que me dicen que les había ayudado a crecer, como al protagonista de la novela. "El dolor y el sufrimiento no son casuales en la vida, siempre tienen un sentido" asegura. "Ante el dolor y el sufrimiento te puedes derrumbar o aceptarlo, descubrir que dentro de cada uno hay algo que hace de la vida algo muy grande". "Descubrir cómo fue la muerte de mi madre desencadenó en mí un mecanismo de perdón y de cambio, me permitió reconciliarme conmigo y con el mundo" reconoce.

Reconoce Gramellini lo "injusto" que fue con su padre y consigo mismo, al negarse a la evidencia por un instinto protector, pero su coraza se derrumba. "Siempre supe cómo había muerto mi madre, pero había decidido no querer saberlo. Habría sido demasiado. Y quizás lo era todavía hoy. A lo largo de los años el rechazo de la verdad se había extendido a todo lo demás. Se había adherido a los pensamientos como una segunda piel, convirtiéndose en mi modo de habitar la vida sin vivirla. Preferimos ignorar la verdad. Para no sufrir. Para no sanar. Porque, de lo contrario, nos convertiríamos en lo que nos da miedo ser. Criaturas completamente vivas" escribe.

Paisaje dickensiano

Dibuja Gramellini un paisaje dickensiano muy del gusto del rendido admirador del narrador inglés que es, y muy especialmente de su novela David Copperfield. "Me sentía el antihéroe de la única novela que Dickens nunca se propuso escribir: la historia de un niño al que le arrebatan sin motivo las mujeres de su vida para obligarlo a crecer con una tata insensible y un cura con las manos muy largas", escribe. "He querido contar la búsqueda de una figura femenina que llenase el hueco de mi madre", resume.

Massimo Gramellini escribe a diario en la primera La Stampa una pequeña opinión sobre una noticia destacada del día, Buongiorno, que destila el espíritu de un hombre inquieto, incisivo y con gran sentido del humor. Es muy popular en Italia por sus apariciones televisivas en 'Che tempo che fa', donde analiza con tono irónico las siete noticias más destacadas de la seman