Manifestación contra el régimen de El-Asad. / Archivo
revueltas en el mundo árabe

Siria: ¿Es posible la paz?

El régimen de Bachar el-Asad negocia con la Liga Árabe una 'hoja de ruta' para emprender reformas que termine con la represión

MADRID Actualizado: Guardar
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La Liga Árabe y el gobierno sirio alcanzaron un acuerdo para poner fin a casi ocho meses de sangrienta revuelta en Siria y abrir un diálogo político entre el régimen y la oposición, anunciaron fuentes de la Liga en su sede de El Cairo esta tarde. El acuerdo había sido puesto a punto en su redacción final ayer en Doha, la capital de Qatar, cuyo gobierno ha actuado de mediador y a donde acudió una importante delegación siria presidida por el ministro de Asuntos Exteriores, Walid al-Muallen.

El primer ministro qatarí, sheik Hamad al-Thani, presidía la delegación inter-árabe y se había entrevistado con el presidente al-Assad en Damasco la semana pasada. Se juzgaba su iniciativa como la última oportunidad para los sirios de evitar que triunfara en la Liga Árabe una propuesta para congelar su presencia como miembro de la misma y, eventualmente, su expulsión. En tal caso, algunos gobiernos árabes podrían considerar el reconocimiento del “Consejo Nacional Sirio”, creado en agosto pasado en Turquía y presidido por Burhan Ghaliun como el legítimo gobierno sirio.

Amenazas concretas

Esta iniciativa árabe, al contrario que la ola de críticas internacionales, ha preocupado mucho al régimen sirio y Damasco aparentemente la aceptó porque podía ser percibida como meramente árabe, es decir, de la familia, regional, no exactamente como extranjera. Puntilloso al máximo sobre el particular, el gobierno sirio ha hecho saber invariablemente que no aceptará ninguna interferencia foránea. Y había también poderosas razones prácticas.

En primer lugar, aunque Rusia y China protegen a Siria en el Consejo de Seguridad de la ONU y la OTAN, juiciosamente, excluye completamente una intervención militar, Moscú y Pekín instan fuertemente al régimen a buscar un fin a la sangría porque, de otro modo, su propia posición estaría en dificultades. De hecho las declaraciones de ambas potencias recuerdan invariablemente la necesidad de atender las demandas populares y patrocinan el diálogo político con los opositores, cada día más difícil porque cada día hay más muertos: más de tres mil según la ONU (y más de mil militares o policías, según el gobierno).

En este contexto, el gobierno sirio sí parece, por puro pragmatismo, favorecer una tregua larga y un ensayo de normalización, pero tal vez es tarde para eso porque se registra ya un malestar considerable entre los activistas del interior y en el Consejo Nacional Sirio ante lo que perciben como una maniobra oficial para ganar tiempo y, de ser posible, sobrevivir políticamente cuando el programa opositor defiende casi unánimemente la tesis del cambio de régimen.

La última oportunidad

Los qataríes están especializados en misiones imposibles y han tenido éxitos previos en escenarios difíciles y eso da peso a su mediación, pero también la condición de último intento: si los qataríes no lo consiguen, nadie lo hará. El régimen no tiene dificultad en dialogar con la oposición y de hecho ha creado una “Conferencia Nacional por el Diálogo”, reformará la Constitución, propone elecciones con plazos razonables y una ley electoral consensuada y aceptará la liberación de los detenidos políticos. Pero hay tres puntos que, si son aplicados, marcan la diferencia: a) retirar los tanques de las ciudades y las tropas de la calle; b) aceptar observadores árabes para seguir el proceso, es decir para evitar que sea un ficción; llevar a cabo reuniones del gobierno y la oposición en El Cairo, y no en Damasco.

Queda, en fin, decidir qué cosa es la oposición, a cuál reconoce el régimen y si no exigirá negociar exclusivamente con la interior, el “Comité de Coordinación Nacional pro-Cambio Democrático”, presidido por el veterano opositor Michel Kilo y excluirá al “Consejo Nacional Sirio”, visto como más severo. Kilo dio en agosto la bienvenida a la creación del segundo, pero matizando que él se opone por completo a una intervención extranjera, algo que suena bien en los oídos del régimen.

Sea como fuere, y a falta de concreciones, el pronóstico más extendido es pesimista entre los observadores consultados. Se entiende que la mediación llega demasiado tarde y que lo que hubiera bastado antes del verano difícilmente servirá ahora. Solo algún gran gesto oficial podría cambiar las cosas. Por ejemplo: que el presidente anunciara que su hermano Maher, jefe indiscutido de las unidades militares de élite y verdadero patrón de la seguridad, lo deja… Pero eso – añadió uno de ellos – es “soñar despiertos”…