José María Sánchez, uno de los fallecidos, junto a su pareja
José María Sánchez, uno de los fallecidos, junto a su pareja - antonio vázquez
SUCESOS

Fallece un indigente en Cádiz que dormía en Los Chinchorros

Se trata de un hombre de mediana edad, natural de Sevilla que llevaba más de cinco años en la capital

e. martos
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No ha sido el frío, sino la situación que venían padeciendo desde hacía años lo que ha terminado con la vida de un indigente en Cádiz. Se trata de José María Sánchez, de 50 años y natural de Sevilla, que amanecía sin vida una mañana a finales de enero, como informa la asociacion Pro Derechos Humanos (APDH) en un comunicado. Este sin techo vívía acompañado por Beatriz, su pareja, con la que había convivido los cinco últimos años en los pisos abandonados de Los Chinchorros. Durante ese tiempo han sido atendidos de forma habitual por Cáritas. Menchu Romero, la responsable del centro Luz y Sal de Cáritas en Cádiz, que pertenece a la entidad católica, explica que sufría problemas mentales y tenía una medicación que no siempre tomaba de la manera correcta.

Al parecer, eso es lo que ha podido ser la causa de este triste desenlace.

Apenas una semana después de José María fallecía Robert Burker, de 72 años y nacionalidad checa, que había pasado más de seis viviendo en una furgoneta en el entorno de la Zona Franca. Robert «también tenía problemas de salud mental y una complicada situación», señala esta voluntaria de Cáritas, que conocía bien su situación. Aclara que «después de mucho insistir habían logrado que ingresara en una residencia de ancianos a lo que se había negado siempre». Menchu Romero aclara que este indigente estaba en peor situación, después de que le amputaran las dos piernas y llevaba algo más de un año en el geriátrico cuando su salud empeoró. Fue hace unos días cuando fallecía en el hospital donde estaba siendo atendido.

La responsable del centro Luz y Sal reconoce que «muchas de las personas que viven en la calle tienen problemas mentales y padecen adicciones y no hay medios suficiente para tratarlos como sería necesario». «Estas dos personas, que desgraciadamente han fallecido, han pasado por todos los recursos disponibles: nuestro centro de día, el albergue municipal y los comedores», dijo, pero «es difícil trabajar con ellos porque se encuentran en situaciones muy difíciles, tienen bloqueos y nuestras posibilidades son muy limitadas». Por eso pide una mayor implicación de las administraciones, porque «el problema sigue creciendo». Romero explica que «ya no sólo encontramos el perfil de la persona sin hogar que vive en la calle al margen de la sociedad, también vemos familias que son desahuciadas y están ocultas». A ello es más difícil llegar, pero también suman a la situación.

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