Isabel Coixet estrena «Foodie Love»: «Los directores somos omnívoros, como los cerdos»

La directora estrena su primera serie, debut también de HBO España en la ficción original

Foodie Love HBO
Federico Marín Bellón

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Isabel Coixet es una directora de cine tan particular que verla cocinar su primera serie tiene algo de misterio. El público puede degustar desde hoy «Foodie love» sobre la mantelería de HBO . Los sabores son los de siempre, pese al cambio de pantalla: aromas íntimos, sensibles y sofisticados, a partir de muy pocos personajes que comen, hablan y aman en Barcelona, el sur de Francia, Roma y Tokio. A veces se sienten «lost in translation», pero es más un estado anímico que lingüístico.

Laia Costa y Guillermo Pfening dan vida a los protagonistas, una pareja conectada gracias al algoritmo de una aplicación. En ellos hay mucho de Coixet , pero también en un personaje fugaz: una chica que los espía en una cafetería y proyecta sus vidas en la imaginación a partir de esas pocas sombras. «Yo hago esas cosas, sí», confiesa la cineasta. «Cuando estaba en Brooklyn no tenía internet en casa y siempre iba a un sitio a trabajar y veía a una chica que cada vez quedaba con una persona. Eso tenía que ser algo de aplicaciones, pensaba. Luego se lo contó a unas amigas, efectivamente. Yo escuchaba y fantaseaba».

Cuenta Laia Costa que lo más trabajoso de su papel no fueron los diálogos, sino las referencias. « Isabel es una biblioteca y me pasó una página de cosa s que debía revisar: películas, libros, actores, platos… Yo lo veía todo. Pasé tres semanas preparándolo antes de estudiar el guión. Tenía que estar a la altura de Coixet y eso es muy difícil». La aludida confirma que los directores son «como los cerdos, omnívoros». «Lo deglutimos y absorbemos todo», asegura.

Manera animal de rodar

Para los intérpretes tampoco fue sencillo seguir el ritmo de la creadora: « Tienes que dejarte llevar por lo que te propone , sin pensar. De golpe te propone una escena que no está en el guion o quita otra. Ella tiene muy claro lo que quiere y eso está bien, porque le permite ir muy rápido, pero tú tienes que subirte al carro. Isabel lleva la cámara, además, y recuerdo varias escenas con ella grabando y riendo a carcajadas, mientras yo pensaba en cómo iba a editar el sonido. También se la veía mucho llorando. Es una manera muy animal de rodar. Te tienes que dejar llevar por el instinto. No puedes controlarlo todo, sino darle la bienvenida al error». «Si te apetece trabajar así… lo pasas bien», remata Guillermo Pfening.

El actor argentino es el primero en agradecer la sensibilidad femenina. Más acostumbrado a trabajar con directoras que directores, conecta muy rápido con ellas y agradece «cuando hay un personaje masculino que se sale de esa hegemonía o patrón que hay». «A los directores hombres les cuesta más ver mi tipo de papel», confiesa. Pero ¿existe una mirada femenina? «Llevo toda la vida respondiendo a esto e igual soy ombliguista, pero al final mi mirada es mía y mi género está ahí. No es una mochila que me pueda sacar, aunque a veces me gustaría», reflexiona Coixet.

De lo que sí se ha librado la directora de «Mi vida sin mí» es de la responsabilidad de representar a su género. « Cada vez hay más series hechas por gente muy diversa y eso está bien . Es a lo que hay que ir. Yo ya no siento una gran responsabilidad». Su bandera, de hecho, no es tanto mostrar un punto de vista femenino como defender esas historias sin superhéroes. «No estoy en contra, es que me aburren. Me encantaría que me gustaran, por si me ofrecen dirigir “Wonder woman 18”. Igual es divertido, pero a mí es que la gente que vuela... Para mí una heroína es la que limpia en un hotel y luego tiene tres niños a los que ayuda con los deberes . Yo estoy más en la tierra».

Lo importante, al final, es seguir narrando, como sea y donde sea: «Soy una superviviente y por eso sigo haciendo películas, a pesar de los vaivenes. Tengo muchísimos proyectos. Entiendo que Spielberg diga que las series le dan igual, porque puede hacer las películas que quiera, pero a mí cualquier plataforma que me permita contar lo que quiero me viene bien . Recuerdo series como “Perdidos en el espacio”, que me fascinaba, pero la liturgia estaba y está en el cine, aunque esa liturgia no sirve si solo tiene un fin nostálgico. Quiero contar cosas y que la gente las reciba. Incluso cuando ven “La librería” en un autocar, tomándose un bocaillo y doblada. Al final algo les quedará, intento pensar».

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