TRIBUNA

El Oratorio. Basílica de la Inmaculada

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El título de basílica es un reconocimiento eclesial de la importancia de un templo por algún mérito que lo destaca en historia, arte, monumentalidad o tradición religiosa. Por sus valores eclesiales y artísticos o religiosos y por su trascendencia histórica nacional e internacional, el templo del Oratorio reúne un magnífico ramo de méritos para ser reconocido como basílica. Importantísimos hechos eclesiales se recapitulan en él como realidad religiosa y cultural.

Primero: Por su extraordinaria concepción teológica, monumental, mariana e inmaculista. Es el hecho substancial de la importancia teológica del templo en sí mismo: Templo de la revelación de María en la obra de la Nueva Creación, inspirada en el Apocalipsis, que es la revelación de Jesucristo en dicha recreación. Por ello, tiene arquitectónica, simbólica e iconográficamente, la misma estructura que la textual literaria del primer septenario del Apocalipsis: a) El éxtasis visionario de San Juan en Patmos y la revelación por el ángel, se corresponde con el éxtasis místico de San Felipe Neri en el ático, al que, cosa inusual, le acompaña un ángel, en buscado paralelismo con aquel. b) La alabanza trinitaria se corresponde con la cúpula de simbología trinitaria, cual un trisagio arquitectónico. c) La visión de Cristo sacerdote ante los siete candelabros, símbolos de las siete iglesias del Asia Menor, corresponde con la Inmaculada (tomada de la visión apocalíptica de la Mujer en el Cielo, símbolo de la Nueva Eva), manifestada como pontífice (pues no hay Jesús sin María), ante las siete capillas de los Sacramentos eclesiales. d) Las siete cartas a las iglesias son aquí estas siete capillas en las que va apareciendo María como medianera de sus correspondientes gracias sacramentales recreadoras en la Nueva Creación Eclesial. Tal es su condición de templo mariano-catequético-sacramental y teológico-recreacional.

Segundo: El hecho, también substante, de la importancia artística y monumental del templo, de gran singularidad y belleza por su planta y cúpula elípticas, girando todo él en torno al importantísimo lienzo de la Inmaculada de Murillo, la postrera y más bella composición inmaculista de cuantas pintó el genio de las inmaculadas. Tiene además entre sus tesoros dos magníficas capillas monumentales: la del Sagrario y la de la Epifanía.

Tercero: Por sus orígenes de vinculación a Roma, que están en la Congregación del Oratorio italiano de San Felipe Neri.

Cuarto: Por la vinculación de este templo a una obra educacional a lo largo de sus tres siglos de existencia. Por haber sido tradicionalmente vinculado a un centro educativo, -del que es su máxima expresión el anexo Colegio de San Felipe Neri-, un centro de educación religiosa, de la sociedad gaditana, especialmente en su dimensión devocional mariana, desarrollada por los oratorianos y por los marianistas, que lo regentaron.

Quinto: Por su vinculación religiosa en la sociedad gaditana. Por esa su tradición devocional mariana, bajo el título de basílica vendría a honrar y aglutinar el sentir mariano del pueblo de Cádiz y su diócesis, potenciándolo con celebraciones de las asociaciones y congregaciones marianas.

Sexto: Por su vinculación a la celebración de las primeras Cortes Constituyentes Españolas, (1811-1813) y 1823. Es este un mérito eclesial histórico que viene a sumarse a los anteriores. Debe ser basílica por su importancia histórica nacional e internacional al haber sido este templo sede de las Cortes Constituyentes de 1812 en las que la iglesia diocesana y nacional tuvieron un máximo protagonismo y una labor clave de repercusión nacional e internacional, europea e hispanoamericana. Recordemos además que fue el Arzobispo de Laodicea, Obispo ya electo de Cádiz, Don Juan Acisclo Vera Delgado, quien preparó y convocó esas Cortes bajo su mandato como Presidente de la Junta Central Suprema de España y las Indias. La mitra gaditana tiene este honor en su haber. A estos méritos se añaden otras razones circunstanciales:

Séptimo: Por acercarse las conmemoraciones del tricentenario de la inauguración del templo (1719), y del bicentenario de esa Constitución (1812). Octavo: Por ser ya monumento nacional histórico-artístico. Histórico a nivel local, por su origen y su vinculación tricentenaria a la educación religiosa de la sociedad gaditana. Histórico a nivel nacional, por su vinculación a las Cortes españolas. Artístico por su estructura teológica, su arquitectura y excelentes obras que contiene, siendo una unidad indivisible e indisgregable.

Noveno: Por no tener la Diócesis de Cádiz y Ceuta ningún templo honrado con el título de Basílica, cuando este cuenta con sobrados méritos para ello.

Décimo: Por constituir tal título canónico así fundamentado en el reconocimiento de sus valores teológicos, artísticos, eclesiales, espirituales, históricos, nacionales e internacionales, una importantísima defensa patrimonial de este templo contra todo intento de su manipulación desvirtuadora.

No cabe duda pues de que la mayor contribución eclesial simbólica de la presencia protagonista de la iglesia en la conmemoración del Bicentenario de las Cortes (2012) y del tricentenario del templo (2019), sería la consecución de su declaración de Basílica. Bienvenidas sean las otras contribuciones compatibles con ésta que pudieran haber.

Todos los requisitos para que sea basílica son reunibles y sólo requiere de la esclarecida voluntad diocesana y episcopal para promoverlo, que espero la habrá, porque las cosas al fin se asientan por su propio peso. Es la ocasión precisa y preciosa para que nuestra diócesis tenga basílica y que la Purísima en su templo no sea considerada una cenicienta, sino que reine en él reconocido perpetuamente como su basílica. La basílica de esta Diócesis para Ella, en pleno corazón de Cádiz. Esa basílica de advocación mariana que falta en esta querida tierra que ella ampara. Y amén.