El Recuadro

Cartel con mal fario

Que te encargaran un pregóno un cartel era como un seguro de vida, hasta lo de Campano con la Real Maestranza

Antonio Burgos

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SI me conceden la merced de leer cada día El Recuadro, estarán al cabo de la calle (Sierpes, en La Campana sin veladores) que una de las tradiciones primaverales de esta sección es el habitual palo al cartel oficial de la temporada de los toros, en cuanto la Real Maestranza de Caballería, propietaria del coso del Arenal, presenta de cara al abono el habitual mamarracho modernísimo, encargado a un pintor de la vanguardia más moderna que se despacha en las galerías de arte de Nueva York y que ha costado una pasta no gansa, sino de elegante cisne de verso de Rubén Darío.

Ya sabíamos que ese cartel carísimo y modernísimo era un tradicional mamarracho anual, que nada más verlo los buenos aficionados recordaban los clásicos y castizos de Ruano Llopis o de Roberto Domingo, por no hablar de Vázquez Díaz, de Solana, de Zuloaga, de Picasso o del mismo Goya y sus grabados de la «Tauromaquia». Pero ahora nos enteramos de que, encima, ese cartel tiene mal fario. Toquen madera, madera de barrera, o madera de burladero del 4 y de su blanco estribo, el que a los toros les encanta mandarlo a tomar viento con un buen derrote cuando un banderillero los recibe allí de salida para pararlo. Ahora resulta que ese cartel oficial de los toros de la Real Maestranza trae mala suerte. Este año ha ocurrido con él lo que nadie recuerda que hubiera pasado en Sevilla: que un pintor al que le encargan un cartel fallece el hombre antes de que pueda pintarlo. Tal ha pasado con el pintor madrileño Miguel Ángel Campano (1948-2018), que falleció en Madrid el pasado mes de agosto, después que le fuera encargado por la Real Maestranza el cartel sevillano para la temporada de 2019. Campano era uno de los referentes de la llamada «renovación de la pintura española», en la que también participaron Ferrán García Sevilla, José Manuel Broto, José María Sicilia y Miquel Barceló. Era que ni pintado (y nunca mejor dicho) para el cartel de marras. Según la critica que elogió su gran exposición del Museo Reina Sofía en 2013, dicen que perseguía «los brochazos un poco desquiciados». Perfectos para el cartel de los toros de Sevilla. Eso es lo que andan buscando los maestrantes: brochazos desquiciados. Como ahora buscan urgentemente a otro artista para encargarle el cartel. Anda que si yo fuera pintor de vanguardia y me vinieran con el encargo de la Real Maestranza, enseguía iba a aceptarlo. Les diría a mis generosos visitantes:

-¿El cartel de los toros de Sevilla? ¿Con el mal fario que tiene eso? ¡Lo va a pintar un guardia! Porque a eso le pasa como al anuncio de las Yemas El Ecijano, que «casi tós parman».

No se ha visto otro caso en ninguno de los encargos tradicionales de Sevilla, como son un cartel o un pregón. Que te encargaran un pregón o un cartel era como un seguro de vida, hasta esto que le ha ocurrido al difunto Campano con la Real Maestranza. Que se sepa, ningún pregonero de la Semana Santa ha fallecido después que le hubieran encargado ponerse ante el famoso atril en el Domingo de Pasión. Me contó su experiencia personal, casi con humor negro, mi querido y admirado Rafa Serna. Andaba el Consejo dando vueltas para nombrarlo pregonero de la Semana Santa, pero como sabían que estaba malusconcete, no se atrevían. Fueron a lo que se llama en el argot cofradiero «tantearlo». Y Rafa Serna, en la mejor Sevilla de Valdés Leal... o del Marqués de las Cabriolas, le dijo al emisario de la calle San Gregorio con todo el sentido negro ruán del humor:

-Estén tranquilos. Descuiden, que si me encargan el pregón no me muero antes del Domingo de Pasión.

Y ahí tienen al bueno de Rafa, que con la ayuda de La Que Está en San Gil y del Doctor de la Bata Morada de San Lorenzo, sigue lleno de vida y de inspiración tras haber dado su poético pregón, y que sea por muchos años. En cuanto a lo de Campano, yo que maestrante no me metería en líos de buscar sobre la marcha a otro moderno de Madrid, París o Nueva York para que pegara brochazos para perplejidad de la afición. De oro le han pintado la oportunidad a la Real Maestranza para que, ¡por fin!, el cartel de este año sea la reproducción de alguno histórico, clásico y hermosísimo, de los muchos que tienen en su Museo Taurino de la Plaza.

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