EL alfiler

La casa del sinsentido

El final de Liga mediático del club amarillo es para enmarcarlo, como la temporada de los que hablan sin querer y los que callan queriendo

Queda un veranito para reflexionar.
Alfonso Carbonell

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Lo de este Cádiz CF resulta tan curioso como desternillante sino fuera porque se ha ido al cajón tras un año horrible. Suceden cosas tan raras dentro de ese enigmático club que hay que reírse. Por ejemplo, se hace hablar al que no quiere y se silencia al que quiere, como al bueno de Mauricio Pellegrino, que este jueves dignificaba su figura tras verse evaporado el pasado domingo tras el descenso. «Fue una decisión del club; me hubiera gustado hablar tras el partido pero me comunicaron que no hacía falta», dijo sobre su ausencia en la rueda de prensa posterior al empate con sentencia ante Las Palmas.

Bien por Pellegrino por aclararlo. El argentino no ha tenido ni suerte ni la ha buscado, pero hay que agradecer en todo momento su tono cortés, su elegancia y la naturalidad con la que se ha tomado un final de Liga desquiciante. Quien sabe, a lo mejor su pachorra ha sido hasta lo mejor que le ha podido venir a un club y a un vestuario desbocado. Vaya con suerte, don Mauricio.

Las palabras del técnico de la provincia argentina de Córdoba se agradecen para contrarrestarlas a las que se escucharon hace unas semanas de boca de los capitanes Ledesma, Iza y Álex, obligados a salir a la palestra por el club. El vestuario, como es normal, no lo veía bien que después de pegarse un año casi que sin hablar con los medios saliesen de buenas a primeras a pedir el apoyo de la afición por orden del club. El arquero argentino leyó una carta en una comparecencia sin preguntas que provocó la indignación de las asociaciones de periodistas gaditanas. Y con razón. Convocar a los medios para una rueda de prensa y no permitir preguntas ya no es la típica falta de educación por el retraso de muchas de ellas, sino todo un insulto al trabajo y al tiempo de los profesionales. Por cierto, algún capitán incluso se indignó incluso con esta decisión del club al no permitir preguntas sin que ellos supiesen que se había tomado dicha medida.

Así que lo se lleva es obligar a hablar a los futbolistas que no quieren y ordenar callar al entrenador que quiere. Son las cosas de este Cádiz, que es para comérselo.

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