Montiel de Arnáiz - OPINIÓN

Yoda y el Pisuerga

Sánchez es un recién llegado que no quiere ser un recién marchado

Montiel de Arnáiz
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Tras las pasadas elecciones nacionales se ha producido un escenario inimaginable. Con los partidos mayoritarios desangrándose y los emergentes zafándose por alcanzar altas cotas de poder, hemos pasado del bipartidismo al tetrapartidismo. Esta situación de incertidumbre resulta auspiciada por la sucesión de luchas intestinas del PSOE, que tendrá mañana un hito muy importante: el Comité Federal.

Estando Rajoy sin mayoría suficiente en el Congreso Pedro Sánchez parece animado a alcanzar un gobierno de coalición de izquierdas con Podemos que le haga presidente, en contra de lo deseado por varios ¿muchos? de sus barones. Para forzar ese acuerdo, Iglesias y sus colaboradores llevan días atacando al socialista, sabedores de que han de aprovechar su aparente debilidad. Buscan quizás forzarle al pacto deseado por ellos.

«¿La que manda en el PSOE es Susana Díaz o su secretario general?», le preguntan con insistencia. Esta estrategia -algo infantil- parece que ha hecho mella en Sánchez quien ni ha dimitido ni ha puesto su cargo a disposición del partido tras el peor resultado de la historia del mismo. Sánchez es un recién llegado que no quiere ser un recién marchado.

Mientras Pablo Iglesias es consciente de que un alto porcentaje de su éxito electoral procede de sus resultados en Cataluña y Euskadi y adapta su discurso al sueño independentista de algunos que pasa por un referéndum, Sánchez duda del siguiente paso que ha de dar. Sin un pacto con Iglesias caerá en desgracia, será el nuevo Zapatero, objeto del bufonismo español. La más poderosa de los líderes regionales, la presidenta Susana Díaz, ha intervenido posicionándose con vigor y rapidez, denegando un pacto con la formación morada para evitar la ruptura de la unidad de España. Díaz, cuya nefasta relación con la líder de Podemos en Andalucía, Teresa Rodríguez, es conocida, apela al desapego nacional de los «radicales», a su mirada condescendiente y burlona hacia todo lo que suene al ‘78, para cerrarles cualquier vía de acuerdo.

O quizás sea que, como diría el maestro Yoda, cuando el enemigo débil está, aplastarlo tú debes. Y el Pisuerga por Valladolid.

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