Cartas

La evolución del feudalismo

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Pudiera parecer que escribir sobre feudalismo a estas alturas de la historia de España es una tarea fuera de lugar; sin embargo considero que ni los 20 años de Carlos Gardel, ni los 36 de nuestra democracia han significado nada para erradicar de nuestras tierras el feudalismo. Han cambiado las circunstancias, las características, los procedimientos, los espacios, pero los resultados siguen siendo tan nefastos como siempre para los colectivos más desfavorecidos de la población, a quienes siempre les ha tocado soportar las consecuencias del derroche de los señores feudales. El feudalismo es un sistema político, económico y social, que formó la estructura de Europa durante la Edad Media. Tuvo su origen en la desaparición de la pequeña propiedad agrícola y en la disgregación de la autoridad estatal. Se caracterizó por la jerarquización completa de la sociedad, basada en los vínculos del vasallaje y en la división del territorio europeo en multitud de feudos, que constituían unidades políticas y económicas independientes. El feudalismo se inició en Francia, tras la disgregación del imperio de Carlomagno, que fue coronado emperador en el año 800, y de allí pasó al resto de Europa, donde adoptó diversas formas, según los intereses de los distintos país. Si hacemos un ejercicio mental y modificamos la terminología anteriormente empleada, quizás podamos llegar a la conclusión de que ni siquiera los 12 siglos que separan aquella civilización de la nuestra han significado nada para erradicar el feudalismo. No obstante, debemos reconocer que en algo hemos avanzado; ahora no es necesario ser soberano ni tan siquiera grandes señores, entendidos a la antigua usanza, para practicar el feudalismo. Hoy está todo mucho más democratizado; a los señores feudales los eligen tantas veces que se creen con todo el derecho para hacer lo que les venga en gana. Los destinatarios de los feudos, ahora como entonces, son los hijos, los hermanos, los parientes, los del partido, porque el contrato hoy se ha permutado por el carnet, de tal manera que si los padres de las miembras o de los miembros los suscribieron cuando estas o estos tenían 16 años, puedan llegar a ser ministros, aunque no tengan ni pajinera idea del cargo que ocupan, incluso se puede llegar a presidente del Gobierno y si se portan bien y asumen la fidelidad del vasallaje, que ahora se denomina «disciplina de partido» hasta te pueden promocionar a las Naciones Unidas, previo pago de 25 millones de euros.