La Reina

Al parecer, dicen los expertos de estas fiestas que la chirigota anda un tanto pachucha y denostada, o lo que vulgarmente venimos a decir, que la misma está en crisis. Estamos pasando por una época en la que la comparsa ha conseguido el fervor de todos los aficionados al carnaval, y de ahí el elevado número de éstas, que casi duplica a la de las chirigotas.

Se abre el debate que la que en su día fue la reina ha pasado a ser un simple bufón en una corte donde la modalidad que creara el catedrático Paco Alba es la que domina; además, es la única que desata fanatismos incomprensibles. Que ya el taratachín ha quedado relegado a unos pocos autores que anclados en el romanticismo bombean cada año ese 3x4 que a muchos nos deja encandilados, otros que con su ingenio nos hacen saborear el arte y la gracia que Cádiz esconde en la genialidad de algunos de sus autores; que la crítica mordaz de otros chirigoteros la compaginan con cuplés de sombrerazo y popurrits sencillamente delirantes.

Veo un absurdo que se debata qué modalidad es la reina del concurso, absurdo a todas luces. Esto es moda sencillamente, y yo particularmente no veo eso de crisis por ningún lado cuando todavía se me sigue erizando el vello al escuchar el compás chirigotero; pero, ¿eso de reina? Señores, que aquí no hay reinas ni reyes, lo que hay es una tetrarquía compuesta por su majestad el tango, su alteza el pasodoble, su eminencia el cuplé y, cómo no, la nobleza de la parodia. Todos conforman ese reino que da vida a nuestros sentimientos por cada febrero, el reino que borra nuestras preocupaciones y nos dibuja una sonrisa a pesar de los pesares, el reino que es capaz de paralizar a toda una ciudad e incluso más allá de nuestras fronteras.

Disfruten y disfruten que el reino sin su séquito que son ustedes los aficionados, sería un reino inerte e inservible. Buen provecho.