Ignacio Moreno Bustamante - TRIBUNA

Cádiz, Luz y Alegría

Viernes pasado. Doce del mediodía. Centro de Cádiz.

Ignacio Moreno Bustamante
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Viernes pasado. Doce del mediodía. Centro de Cádiz. El sol es espectacular y la temperatura casi primaveral. Las calles son un hervidero de gente. Los gaditanos –la mayoría enfrascados en sus quehaceres, otros simplemente paseando y disfrutando del día– se entremezclan con cientos, miles, de turistas que han llegado a bordo de cuatro cruceros. Cuatro ‘bichos’ flotantes que emergen majestuosos a esa hora en el muelle, convertidos prácticamente en bloques de pisos vistos desde la Cuesta de las Calesas. La marea está alta a esa hora, lo que favorece esa percepción. Da gusto recorrer la ciudad. La mayoría de las caras son sonrientes, amables, educadas.

Resulta complicado no sentir un punto de vanidad, de orgullo, al cruzarte con tanto ‘guiri’.

Le entran a uno ganas de sentarse con un grupo de ellos en una de las terrazas de San Juan de Dios o de la plaza de la Catedral para decirles que esta ciudad es exactamente como ellos la están viendo. Alegre, luminosa, bulliciosa a esas horas centrales del día. Y que sientes que tan sólo puedan disfrutarla por una fugaz jornada, cámara en ristre. Porque pese a los tiempos que vivimos, es un sitio fantástico para vivir. Para descubrir. Para conocer a fondo.

Hasta te atreverías a sugerirles que no hagan caso de lo que hayan leído en el barco por internet, si han tenido la curiosidad de conocer un poco la actualidad del lugar en el que iban a hacer escala. Que lo que andan diciendo por ahí quienes la gobiernan no es cierto. Que Cádiz no es una ciudad sumida en la miseria. Que nuestros niños no pasan hambre. Que a esa hora están todos en el colegio y no por las calles suplicando monedas para llevarse un trozo de pan a la boca. Que tenemos problemas, sí. Como todos. Más graves quizás, pero nada que no hayamos vivido ya anteriormente. Y que siempre hemos sabido salir adelante, tomándonos la vida con humor, tirando de ingenio. Que desde hace tres mil años somos conocidos por saber poner al mal tiempo buena cara. Y que quienes ahora nos gobiernan quieren tirar todo eso por tierra. Que por sus complejos y ajustes de cuentas políticos quieren hacer ver que todo en Cádiz es pobreza, miseria. Y no es cierto, ya lo ven ustedes, señores guiris. Cádiz no es Ruanda. Aunque como sigamos por este camino corremos el riesgo de empezar a parecernos.

Cádiz es dos cosas: luz y alegría. Siempre lo ha sido. Y ahora nos quieren robar lo segundo. Con mensajes apocalípticos, con lecciones de moralina de instituto, con clases de historia barata, recurriendo a los tópicos y a los clichés.

Todo esto dan ganas de decirles a nuestros visitantes para que no se vayan con una idea equivocada. Pero no hace falta. Ya lo saben. Lo han visto con sus propios ojos. Afortunadamente.

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