La caótica compra de material pasa factura

Ya hay sanitarios infectados en los hospitales donde se repartieron las últimas mascarillas no homologadas que el Gobierno compró, distribuyó y ha tenido que devolver. Hablamos de un lote de 350.000, no de unas pocas. Esta pifia se une a la de los 650.000 tests rápidos de detección que asimismo hubo que retirar hace dos semanas porque no eran en absoluto fiables. Así, la provisión de material sanitario está siendo uno de los grandes errores del Gobierno, pues afecta directamente a los sanitarios, que son la primera línea de defensa contra la pandemia y que están teniendo un comportamiento casi heroico. Son héroes, pero no suicidas porque es dramático que uno de los tristes récord que arrastra España sea encabezar el ránking mundial de sanitarios contagiados, con cerca de 30.000 profesionales a los que en algún momento se hizo trabajar antes de cumplir el periodo de cuarentena. Una irresponsabilidad de las autoridades. ABC informaba ayer de que el 90 por ciento de los enseres para dotar de protección al personal en los hospitales ha tenido que ser adquirido por las Comunidades, obligadas a buscarse la vida en el mercado y a competir ahí contra países de gran potencia financiera ante la ineptitud comercial del «mando único» que en teoría iba a centralizar las compras y que ha fracasado en ese propósito. Basta con ver el escaso stock de mascarillas con que cuenta el sector farmacéutico, que se ve obligado a venderlas a precio de oro, aun ganando solo unos céntimos, pues tras casi cuarenta días de estado de alarma ayer seguían gravadas con un IVA del 21 por ciento. Tras varios vaivenes sobre su utilidad, el Gobierno recomienda su uso y por tanto está obligado a crear las condiciones para que las oficinas de farmacia dispongan de mascarillas suficientes a un precio razonable. España es víctima de un mercado que está saturado porque el Gobierno llegó tarde.