Una niña esperando a que la «tronca» eche los regalos
Una niña esperando a que la «tronca» eche los regalos - avparquegoya.es
NAVIDAD

La alternativa aragonesa a Papá Noel

La Tronca de Navidad es una de las tradiciones más ancentrales de Aragón. Con ella se daba la bienvenida al Solsciticio de invierno

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Los niños aragoneses están a punto de recibir los regalos de Papá Noel, pero hace años, hace muchos años, nuestros antepasados celebraban un antiguo ritual para dar la bienvenida a la Navidad y pedir prosperidad para la familia. Hablamos de la tronca, una tradición aragonesa ancestral que se celebraba principalmente en los pueblos del Pirineo y que poco a poco se ha ido perdiendo.

Por aquel entonces el tronco más grande de la leñera se guardaba especialmente para esta fiesta. Solía estar hueco para poder guardar dentro pequeños regalos que se repartían en Nochebuena. Eran los niños los encargados de hacer soltar la carga a base de golpes repetidos en el tronco. A la par se recitaban frases y bendiciones.

Las chimeneas han desaparecido prácticamente de las casas y con ellas se ha ido perdiendo una bonita tradición.

El éxodo rural a las ciudades tampoco ha contribuido a mantener es tradición, muestra de la cultura popular aragonesa, que era la alternativa aragonesa a Santa Claus.

Hay quien todavía recuerda la Tronca de Navidad. Por los agujeros y ranuras metían nueces, almendras, mandarinas y sobre todo caramelos. Una vez acababa la cena, llegaba el momento de abrirla, pero antes había que bendecirla. Para ello, se mojaban los dedos con vino y recitaban: «Tronca de Navidad, yo te bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén». Se hacía una cruz y se brindaba.

Llegaba entonces el momento de descubrir lo que guardaba en su interior. Con un palo se golpeaba la tronca mientras se recitaban versos como: «buen tizón, buen barón, buena casa, buena brasa, que Dios conserve a los amos de esta casa».

Los historiadores aseguran que es un ritual que hunde sus raíces en antiquísimas ceremonias paganas para celebrar el Solsticio de invierno y el triunfo del sol sobre la oscuridad, ya que es cuando se empiezan a ganar horas de luz. Es decir, que en sus orígenes poco o nada tenía que ver con la Navidad.

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