Carlos Moro presenta sus vinos en la Bodega Jerezana de Valdelagrana

El restaurante Bodega Jerezana, ubicado frente a la playa de Valdelagrana de El Puerto de Santa María, fue el lugar elegido por Carlos Moro, presidente de Bodegas Familiares Matarromera, para celebrar un almuerzo informativo en la provincia de Cádiz. El objetivo, dicen desde la bodega, “fomentar las relaciones personales y poder intercambiar opiniones y debatir sobre las cuestiones de actualidad alrededor del mundo vitivinícola”, además de degustar sus productos.

Acompañado por su esposa y directora de Administración y Recursos Humanos, Esperanza Castro, Carlos Moro presentó algunas de las novedades de la compañía creada por él mismo hace ya más de 30 años. El delegado comercial, Juan Antonio Pavón, y los distribuidores en la provincia, los hermanos Miguel Ángel y Álvaro Merino, acudieron también a la cita.

Matarromera, con sede en el municipio vallisoletano de Valbuena de Duero, cuenta con nueve bodegas, y Carlos Moro es una de ellas. Está presente en seis denominaciones de origen, tres de las cuales se probaron en la Bodega Jerezana de Ismael García, correspondientes a Ribeiro, Rioja y Ribera del Duero.

El primero de ellos, el CM Viña Tenencia (D.O. Ribeiro). Este vino blanco se elabora en la finca que lleva su nombre en Castrelo de Miño, provincia de Ourense, a orillas del río Miño, en unos fértiles terrenos silíceos.

Carlos Moro relató que “elaboramos ese vino buscando la esencia gallega, que tradicionalmente ha estado en Ribeiro con la variedad de uva treixadura. Pero la albariño y la godello también forman parte de esa esencia. La conjunción de ellas, con un adecuado coupage, nos da el CM Viña Tenencia, que nos permite encontrar un vino de autor, especial, que tiene la fuerza y la estructura de la treixadura, la floralidad de la godello y ese toque de frescura que le da la albariño”.

En la nota de cata, la bodega habla de un vino “de brillante color amarillo paja pálida, con toques verdosos. En nariz es fresco, intenso y elegante, dominando tonos frutales de manzana verde entre toques de heno recién cortado y sutiles tonos de flor blanca. En boca posee una viva y elegante estructura, con un cuerpo fresco y untuoso y final agradable y persistente”.

La parte gastronómica comenzaba con anchoas de Santoña en bizcocho de tomate, emulsión de queso y crujiente de lechuga de mar, acompañando también a este vino el calamar relleno con huevo de choco. Por último, el tartar de atún toro con ajoblanco de manzana.

De Ribeiro nos desplazamos hasta la DO Rioja con el CM 2017, que forma parte de la gama de vinos de Bodega Carlos Moro elaborados bajo la certificación Wineries For Climate Protection, avalada por la Federación Española del Vino (FEV). Producido con tempranillo, las uvas proceden de viñedos de entre 35 y 50 años, plantados en vaso. La edad de las cepas hace que los frutos sean minúsculos, pero con una expresividad mayúscula. La uva se recoge a mano en cajas de pequeño tamaño, lo que garantiza un proceso cuidado al más mínimo detalle. En algunos casos, la bodega sigue usando tracción animal para la recogida de la uva.

En bodega, la uva pasa por un doble proceso de selección. Primero, del racimo y, después, tras un suave despalillado, se selecciona cada grano de forma individual. Este vino descansa durante doce meses en barricas de roble francés y americano, hasta su embotellado.

Para maridarlos, Bodega Jerezana presentó, primero, un ceviche de pargo, optando después de nuevo por el mismo pescado pero, en esta ocasión, un lomo acompañado de una duxelle de setas y salsa de ostras.

A estas alturas del almuerzo informativo, los vinos de Carlos Moro habían mostrado claramente su calidad. Y aún quedaba otro, el que acompañaría al cochinillo confitado con parmentier de patatas, que dejaría sin duda un buen sabor de boca. Se trata del Matarromera Prestigio, de la DO Ribera del Duero. El objetivo con el que nació, apuntan desde la bodega, era “crear un vino único, especial, distinto y reflejo de sus excelentes viñedos de Valbuena de Duero; romper con las reglas de crianza de los vinos (crianza, reserva, gran reserva...), y satisfacer el ansia creativa de su autor”.

Este vino tan sólo se elabora en aquellas añadas que se consideran excelentes. Aunque sigue sus propias reglas, su filosofía se basa en una doble crianza de nueves meses en barricas de roble francés y nueve meses de roble americano. Después, descansa dos años en la botella. En la cata, “descubrimos en él nítidos toques de tinta china, con especias como el clavo y el tomillo e intensos y elegantes sabores que despiertan los sentidos. Este vino en sí es una obra de arte”, afirman con orgullo sus creadores.

Vinos sin alcohol

Carlos Moro, durante el almuerzo, ofreció amplia información sobre la bodega, destacando el carácter innovador que siempre han tenido con él al frente, siendo premiado por ello en distintas ocasiones. “En investigación”, recordó, “no nos podemos quedar en el pasado y regodearnos en lo que hizo mi padre, mi abuelo y el resto de mi familia. Con la deconstrucción molecular hemos dado lugar a vinos sin alcohol, que ya han sido aprobados por la Unión Europea. Todo esto es conocimiento que al final aplicamos a nuestro leitmotiv: hacer los mejores vinos del mundo”.

De momento, ese camino no le llevará a los vinos de Jerez: “sería una conjugación de muchos elementos, de la oportunidad, de montar el equipo adecuado… Cada paso que hemos ido dando ha sido muy sólido contando siempre con los elaboradores y especialistas de la zona. Yo no soy especialista en vinos de jerez. Yo no descarto nada, pero creo que hay que ir consolidando otros proyectos. Estamos también con la bodega de Rioja, que es un reto fundamental, en una región de gran presencia bodeguera, de gran calidad, trayectoria y comercio, y estamos en el reto de hacer que todo el mundo conozca el CM”.