Fachada de madera de Los Ferreros, en la calle Ciudad Rodrigo número 5, una de los accesos porticados de la Plaza Mayor
Fachada de madera de Los Ferreros, en la calle Ciudad Rodrigo número 5, una de los accesos porticados de la Plaza Mayor - BELÉN RODRIGO
MADRID

Los Ferreros: la despensa del restaurante más antiguo del mundo

Esta tienda de alimentación distribuía carne a Botín y a otros comedores de alto nivel de la zona, y ahora vende diversos productos españoles, como embutido, legumbre y licores a los vecinos y turistas que por allí pasan

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Los hermanos Francisco y Miguel Ferrero abandonaron a finales del siglo XIX su tierra, Brazuelo (León), para instalarse en Madrid, donde abrieron una carnicería y dos pescaderías. En uno de los accesos porticados de la Plaza Mayor es donde comenzaron a vender carne en 1892. Una carnicería que comenzó a ganarse su clientela sirviendo a algunos de los principales restaurantes de la zona, entre ellos Botín o la Casa Gallega.

«Por entonces había mucho comercio en esta zona y muchos restaurantes que se abastecían de las carnicerías del barrio», comenta Miguel Ferrero, bisnieto de uno de los fundadores y actual propietario del local, ahora convertido en una tienda de alimentación. Él comenzó a trabajar haciendo recados para su abuelo y su padre, repartiendo pedidos, y desde que se jubiló su progenitor se ha hecho cargo del negocio familiar.

Ha pasado más de un siglo desde que se fundó la tienda y han cambiado muchas cosas, pero el local sigue manteniendo algunos de los muebles y piezas originales. En la trastienda se conserva una cámara frigorífica con puertas de madera, todavía en uso, un reloj de pared y una pequeña oficina «donde mi abuelo controlaba todo y realizaba las cuentas», añade Ferrero.

Situada en el número 5 de la calle Ciudad Rodrigo, su fachada es de madera, con dos escaparates simétricos. Tal y como ocurre en la mayoría de los locales de la zona, tiene un sótano que se conecta con otros locales bajo tierra que sirvió para refugiarse en la época de la Guerra Civil. Y uno de sus rasgos más singulares lo encontramos en el techo donde se conserva una pintura sobre la pared de comienzos del siglo XX. De autor anónimo, es la escena pintada se observa una pastora vestida con indumentaria gallega sentada sobre una piedra vigilando un grupo de cerdos. En el cielo se contemplan unos ángeles sujetando entre sus manos productos de matanza como jamón, chirizo o morcilla.

Productos

Productos que precisamente están ahora a la venta en esta tienda. «Intento tener un poco de todo, de origen español y de buena calidad», comenta el dueño. Jamón serrano e ibérico, chorizo, sobrasada, lomo, cecina y quesos de diversos tipos entre otros embutidos. Si así lo desea el cliente, se prepara al vacío, «una forma para que los turistas se lo puedan llevar en coche o avión», explica.

Hay productos algo difíciles de encontrar en otros establecimientos como la harina de almortas o licor de absenta de 50 y 80 grados. Venden azafrán español, legumbres al peso (como alubias de La Bañeza) o ya cocidas en frascos, conservas, membrillo, turrón y otros productos diferentes como la jalea real fresca. «En verano la venta de las bebidas es muy importantes porque pasa mucho turista y hace calor», reconoce Miguel Ferrero.

El negocio se ha ido adaptando a los tiempos de un barrio que «ha cambiado mucho, ya no quedan ni pollerías ni pescaderías por la zona», se lamenta. La última pescadería de su familia, situada en el mercado de San Miguel, cerró cuando se llevaron a cabo las obras del mercado. También pasan clientes de toda la vida, «algunos del mundo artístico que viven por aquí» pero han hecho mucho daño al negocio los supermercados abiertos en la zona. «Hay unos 4 o 5 en un radio de 50 metros», se lamenta.

A pesar de todo él se mantiene en el oficio que aprendió de su padre y de su abuelo, «es sacrificado, como cualquier comercio». Sus hijas de momento no han seguido sus pasos, «y no creo que lo hagan», reconoce el dueño. A pesar de las dificultades que se presentan para los comercios centenarios, los Ferreros sigue aportando un toque singular en la histórica zona de la Plaza Mayor.

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