Luis Ojea - CUADERNO DE VIAJE

Mucho más que una coma

Resulta repugnante que Carmen Santos no haya pedido aún perdón por acusar a «señores del PP» de asesinar a mujeres

Luis Ojea
Santiago Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

La izquierda gallega por h o por b siempre acaba enseñando la patita. Rebosa sectarismo por todos lados, pero esta semana se han superado con creces. Resulta repugnante que Carmen Santos no haya pedido aún perdón por acusar a «señores del PP» de asesinar a mujeres. Y da muestra de su hedionda catadura moral que a tal abyecta insidia no haya seguido una inmediata disculpa y una rectificación.

La presunta líder de Podemos ha quedado retratada. Y quienes en En Marea han decidido mirar para otro lado también. Porque es grosero que pretendan resolver un asunto de este calibre alegando que al tuit de marras le faltaba una coma sin que siquiera su autora se haya dignado a enmendar la imputación de fondo.

La patología trasciende a este episodio concreto por muy nauseabundo que sea. Porque no es la primera ni la segunda vez que a Santos y a muchos otros se les calienta la boca. Y no todo vale. No. Hay límites. Hasta para el sagrado derecho a la libertad de expresión en cuya órbita no caben el insulto, la incitación al odio y el atentado contra el honor de los demás. Y estaría bien que de una vez por todas se empezase a acotar el desbarre en la vida pública.

Porque este tipo de personajes de tercera división están convirtiendo el debate político en un lodazal, trasladando la lógica discrepancia ideológica a estériles confrontaciones en las redes sociales que utilizan como atalayas desde las que mostrar su indigencia intelectual y su fanatismo intolerante, soltando impunemente boutades a diestro y siniestro, repartiendo infames ignominias y ultrajando al primero que se cruce en su camino.

Es el problema de ir por la vida creyéndose dueños de la verdad absoluta y con licencia para dar lecciones a los demás. Por eso tampoco se ruborizan ni lo más mínimo aplicando la ley del embudo al ofenderse ante cualquier atisbo de reprobación o crítica a su comportamiento.

El problema va mucho más allá de una coma o cualquier error ortográfico. Lo sucedido esta semana revela que detrás de este tipo de matonismo verbal se esconde una estrategia política para enfangar el debate público. Y de ello son responsables también los que consienten y callan. Esos compañeros de grupo parlamentario de Carmen Santos que con su silencio cómplice avalan su actuación.

Ver los comentarios