Me voy a nadar

Los Charcos de Quesa, el Azud de Antella, Montanejos, el Gorgo de la Escalera en Anna…. Todos los veranos nado en estos parajes. Únicos. Perfectos. Limpios. Y, a veces, muchas veces, atestados de personas.

Y soy consciente de que son zonas de baño un tanto complicadas. Por eso soy cuidadoso. No pierdo de vista a la chiquillería si la hay. Y si no la hay, me cuido yo más.

Todos los años se da la desgracia de que alguien se ahoga en una de estas zonas tan maravillosas. Como en las playas. Pero hay una diferencia. El mar puede ser traicionero. Se puede picar en un momento, no se ven las corrientes hasta que te arrastran … el mar es menos previsible.

El río, por el contrario, es repetitivo hasta el aburrimiento, siempre hace lo mismo. No te traiciona.

Por eso se que si bien la imprudencia siempre está en el origen de casi todos los accidentes, en los ríos tiene mayor peso. Así es que ya saben, si no conocen todos estos parajes, vayan a verlos, vale la pena. Pero, por favor, sean prudentes.

Hay una serie de genios que al amparo de la noticia del ahogamiento se empeñan en que se prohíba el baño en estos maravillosos paisajes fluviales, en otro intento genial de poner puertas al campo. De hecho, en algunas de estas zonas ha habido carteles prohibiendo el baño sin que se les haya hecho caso alguno.

Y si se ponen duros para que efectivamente dejemos de bañarnos en uno de estos parajes, no se preocupen, hay kilómetros y kilómetros de río en los que bañarse sin que nadie te vea.

Más valdría que nuestra Administración se pusiera las pilas y organizase estas zonas de baño. Porque en ellas, al estar al margen de la ley, no hay servicio de socorristas ni nada que se le parezca. Y les aseguro que algunas, estos días ya, están hasta arriba de personal disfrutando del baño. Que ya estamos en julio.

Buf, que calor. Me voy a nadar.