El último «major», antesala de Río

Históricamente, el PGA Championship ha venido siendo el menos glamuroso de los torneos del «Grand Slam». A pesar cumplir cien años de vida, el hecho de celebrarse en agosto y después del Open Británico ha motivado que el caché de sus ganadores no haya sido el mismo que el de sus tres acompañantes del Olimpo golfístico.

Este año, para remate, la celebración de los Juegos Olímpicos ha provocado una reestructuración del calendario por el que tanto el «British» como el PGA han tenido que adelantar sus fechas. Y hoy empieza en Nueva York la edición más descafeinada de la historia. Llega con la resaca del triunfo de Henrik Stenson en Royal Troon y sin apenas tiempo de haber podido calentar el ambiente de este propio campeonato.

A veinte minutos de Manhattan se encuentra Baltusrol, una joya deportiva estadounidense que une su legado a clubes como Pinehurst, Marion y Oakmont, también monumentos históricos nacionales. Es la novena ocasión en la que recibe un grande (la última fue el PGA de 2005) y su último ganador, Phil Mickelson, se muestra «encantado de volver aquí. No lo juego desde hace once años y siempre es agradable volver». Los aficionados locales son ruidosos y pasionales y apoyarán especialmente a Keegan Bradley, que ejercerá de anfitrión. Se trata de un recorrido con todos los requisitos para dejar buen sabor de boca en los aficionados y jugadores. Además, el calor será un factor determinante esta semana.

Se trata del torneo más abierto de todos, ya que permite el acceso a los cien primeros jugadores del mundo, además de a veinte profesionales de club. Jason Day (defensor del título) llega enfermo y ha perdido opciones.