Poesía

César Antonio Molina: «La poesía española se ha vuelto muy aburrida e inocua»

El escritor hace balance y recapitulación de vida y quehacer poético en «Para el tiempo que reste», editado en la sevillana colección Vandalia

César Antonio Molina Maya Balanya

Jesús Morillo

Resulta difícil reducir el quehacer intelectual de César Antonio Molina (La Coruña, 1952) a uno solo de los perfiles de un escritor que ha alternado la poesía y el ensayo , que ha cultivado la filosofía y la traducción , que ha sido ministro de Cultura con José Luis Rodríguez Zapatero y que ha publicado artículos, entre otros medios, con ABC .

Quizás lo que una a todos estos fragmentos de la personalidad de César Antonio Molina sea una concepción de la tradición y de la cultura como universal , no circunscrita a ningún territorio ni época, donde autores como Ovidio, Octavio Paz, Paul Celan o Juan Ramón Jiménez dialogan con su obra no como voces del pasado sino de la contemporaneidad .

Esa visión amplia de la cultura occidental es la que anima una obra poética que arrancó en 1974 con «Épica» y que tiene en «Para el tiempo que reste» , publicada en la colección Vandalia de la Fundación José Manuel Lara , su último capítulo y que se presenta como un largo poemario que supera las doscientas páginas y que encuentra en el paso del tiempo uno de sus temas esenciales. Una colección de poemas entre el verso reducido a su expresión esencial y largos poemas reflexivos donde la cita culta, a la Antigüedad o a los místicos , no es un signo de afectación sino una posible puerta en la que buscar respuestas.

Su poemario contrasta con la mayoría de los que se publican hoy, que raramente llegan a las cien páginas.

Salió así. Un libro es un hijo y a tu hijo no se le puede decir: oye nace de esta manera, sino que nace como le da la realísima gana. Es un libro donde hay una reflexión sobre la vida, la existencia, la naturaleza… requería y necesitaba cierta capacidad de espacio.

¿La extensión se debe también a su carácter de balance de toda una trayectoria?

Puede ser, porque tiene mucho tiempo, muchas lecturas, muchos viajes, mucha música, muchas artes plásticas, mucho cine… y eso se mezcla con tu propia vida y te ayuda a pensar y reflexionar. Siempre he vivido en un tiempo indefinido, no solo en mi tiempo y en mi época, sino que mis contemporáneos son Dante, Ovidio, Celan, Valente, Juan Ramón Jiménez… todas esas épocas y espacios con la misma reflexión sobre la existencia hacen que esa profundidad fuera compartida con cierta extensión en el libro, que es cierto que no se da en la poesía contemporánea española, que es muy light y circunspecta y muy aburrida de sí misma. Mi poesía no es aburrida, sino cosmopolita e intelectual de alguna manera. Además, en cada libro que he escrito necesitaba contactar con ese lenguaje de la poesía internacional, una tradición compartida, un discurso universal en el que cada uno de nosotros añade un verso, un poema, un libro…

«Una cita secreta/la clave de lo moderno/ está oculta/ en lo inmemorial», escribe en uno de los poemas, ¿estas palabras pueden condensar su poética?

Resume mi concepción poética, porque en el tiempo que nos ha tocado vivir somos ya el resumen de todos los tiempos. Todas las grandes expresiones artísticas de nuestro tiempo son referenciales, las grandes obras de Picasso, como «Las Meninas», lo son. Hemos acumulado siglos de cultura y civilización y nos tenemos que integrar en esa referencia.

El paso del tiempo se revela como el gran tema del libro.

Porque con la experiencia de la vida en los años en los que estás ya lo ves. El paso del tiempo no lo percibes. No tengo mucha conciencia de que haya pasado tanto tiempo, pero los familiares y amigos se mueren y tú de repente apareces en el primer frente de batalla. Y te das cuenta de lo que es y puedes hablar de ello como si fuera una materia. Lo bueno es que puedo hablar del paso del tiempo como una naturaleza que he conocido y en la cual me reconozco. No es un recurso poético ni literario, sino que lo he vivido y puedo hablar de él, como del amor.

En el libro lamenta que la filosofía se haya metido en un callejón sin salida por la especialización, ¿a la poesía española le ha pasado lo mismo?

La poesía española se ha vuelto muy aburrida y siento decirlo. Hay grandes excepciones, pero, en general, se ha vuelto inocua y esto está producido por algunos poetas que han extendido esa sombra. Porque todo está circunscrito a elevarse uno mismo como ser supremo y convertir en trascendente cualquier nimiedad, lo que es como estar dando vueltas alrededor del váter de Duchamp sin salir de él. Mi poesía, en cambio, siempre ha sido abierta, cosmopolita, en las raíces de la poesía española e hispanoamericana.

En otro poema afirma que la cultura es lo único que garantiza una sociedad más humana.

La cultura es la que nos ha sacado de la cueva y de los árboles, la que nos ha hecho evolucionar. Nos salvó el pensamiento, construir una idea de mundo y una serie de valores, de símbolos… La cultura creó las religiones, la filosofía, el arte y todo ello para darle un sentido a la vida. Gracias a la cultura, la vida tiene sentido.

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