Retrato de Emily Dickinson, fechado en 1847
Retrato de Emily Dickinson, fechado en 1847 - MORGAN LIBRARY

Emily Dickinson: una vida más allá de la reclusión

Una exposición en la Morgan Library de Nueva York explora la parte menos conocida de la poeta: sus amistades y relaciones sociales

Madrid Actualizado: Guardar
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A finales de 1861, Emily Dickinson (1830-1886) escribió, en su cuarto de la casa familiar de Amherst (Massachusetts): «¡Yo no soy nadie! ¿Quién eres tú?/ ¿También tú no eres nadie?/ ¡Entonces ya somos dos!/ ¡No lo digas! Lo pregonarían, ya sabes. ¡Qué aburrido ser alguien!». Hoy, más de 130 años después de su muerte, el enigma de la poeta, encerrado en parte en esos versos, sigue siendo indescifrable. Sin embargo, no son pocos los intentos, académicos y periodísticos, de acercarse a su figura. El último de ellos lo protagoniza la prestigiosa Morgan Library de Nueva York que, en colaboración con el Amherst College, acoge, hasta el próximo 21 de mayo, la mayor retrospectiva jamás dedicada a la poeta. Titulada tomando, en parte, los versos antes mencionados, «I’m nobody! Who are you? The life and poetry of Emily Dickinson» explora una parte de su vida casi desconocida: la de sus amistades y sus relaciones sociales.

A través de más de cien objetos personales, algunos nunca antes expuestos, manuscritos, cartas, fotografías e ilustraciones, de la época y actuales, la muestra destierra mitos como su tendencia a la soledad y a la reclusión. Es cierto que, a partir de 1860, Dickinson comenzó a retirarse de la sociedad, pero esa decisión no fue óbice para que siguiera manteniendo contacto, sobre todo a través de una ingente correspondencia, con el mundo exterior y con ese rico ambiente cultural e intelectual del que en su día fue parte muy activa.

Retrato de Emily Dickinson y sus hermanos, Austin y Lavinia
Retrato de Emily Dickinson y sus hermanos, Austin y Lavinia - MORGAN LIBRARY

Con respecto a su obra, de los 1.789 poemas que escribió, más de 900 datan de los años de la guerra civil. Sólo diez de todos ellos fueron publicados en vida de la poeta, sin firmar, y en revistas de la época que se exhiben en la muestra. «Te dije que no publicaría», se queja al editor Thomas Wentworth Higginson en una carta, conservada hasta ahora en la Biblioteca de Boston. La exposición revela cómo esa reticencia a publicar se debió a la influencia de su padre. Pese a todo, guardaba copias de todos los poemas que escribía y, tras su fallecimiento, su hermana Lavinia encontró aquel tesoro inesperado. Los manuscritos expuestos en la muestra, con líneas irregulares y una puntuación singular, se convirtieron en un desafío para Higginson y la escritora Mabel Loomis Todd, que para transcribirlos tuvieron que batallar con la máquina de escribir de ésta, sin letras minúsculas.

En los diez años posteriores a su muerte, se publicaron más de 400 poemas de Emily Dickinson. Fueron las primeras semillas de su grandeza, escurridiza y etérea. Al fin y al cabo, escribir es producir enigmas, y habitarlos el secreto de la Literatura.

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