«Hombre al estilo de El Greco» (1899), de Picasso
«Hombre al estilo de El Greco» (1899), de Picasso - EFE
134 aniversario de su nacimiento

Picasso se mide con El Greco en Barcelona

Una exposición en el museo del artista español desvela la pasión que sentía por el cretense

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El pintor malagueño fue un artista apasionado. Su fascinación por el Greco quedó evidente en varios de sus dibujos, grabados y óleos que podemos admirar en la exposición «La pasión grequiana de Picasso», que abre sus puertas en el museo de la calle Moncada de Barcelona hasta el 17 de enero de 2016. Da la bienvenida al visitante «Caballero anciano», una obra maestra del Greco que pertenece al Museo del Prado y que sirve de antesala de una recoleta muestra de veintinueve piezas que forman parte de la colección permanente del museo barcelonés.

La comisaria de la muestra y conservadora del centro, Malén Gual, destaca la admiración de Picasso por el Greco. «Su fascinación se puso de manifiesto especialmente en el período de contacto de Picasso con el modernismo barcelonés, en la época azul, en los inicios del cubismo y en los años sesenta, cuando dirigió su mirada hacia el Siglo de Oro español».

«Caballero anciano» es un óleo de 1587-1600 y responde a una tipología poco frecuente, la del busto corto y al mismo tiempo austero, donde el retratado se enfrenta de manera muy directa al espectador.

La admiración de Picasso por el Greco se inició en su juventud, cuando tuvo la oportunidad de estudiar la obra del Greco a raíz de sus visitas al Museo del Prado, durante el período 1897-1898, cuando estudiaba en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. El joven Picasso decidió pronto formarse por su cuenta, aprendiendo precisamente de la observación de las obras maestras conservadas en el Prado.

«Los fines de semana viajaba frecuentemente a Toledo, donde se pasaba horas y horas contemplando “El entierro del Conde de Orgaz” -subraya Malén Gual-. Ese cuadro le fascinó de tal forma que lo reinterpretó a su manera».

Els Quatre Gats

En Madrid y Toledo quedó prendado del Greco y, al volver a Barcelona, en el círculo del café modernista Els Quatre Gats, entró en contacto con Santiago Rusiñol, Miquel Utrillo e Ignacio Zuloaga, admiradores, coleccionistas y defensores del Greco. Durante muchos años llevó la influencia del maestro cretense a sus trabajos con una serie de dibujos y grabados con un alargamiento muy pronunciado de las figuras, así como la caracterización de los personajes con vestimentas del siglo XVI.

El espectador verá la culminación de esta admiración grequiana de Picasso en el «Retrato de hombre con gorguera», un grabado de 1962 donde el malagueño no sólo estiliza el rostro del personaje, sino que hace suya la composición y la sobriedad de los fondos de los retratos del Greco y se atreve a añadir un marco del siglo XVI.

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