En primer plano, «Sin título (Picasso)», de Maurizio Cattelan
En primer plano, «Sin título (Picasso)», de Maurizio Cattelan - ABC

Picasso, el caníbal devorado por el arte contemporáneo

El Grand Palais de París inaugura mañana una exposición que rastrea la huella del artista español en el siglo XXI

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Picasso se comportó como un «caníbal», «copiando» y «devorando» las obras de los grandes maestros del pasado (Velázquez, Zurbarán, Goya, Rembrandt, Cézanne) para «sembrar» el arte del siglo XX. Los grandes maestros del último medio siglo han «copiado» y «devorado» a Picasso para intentar sembrar el arte del siglo XXI.

Esa es, en escorzo, una de las lecciones ejemplares de «Picasso.mania», la gran exposición que se inaugura mañana en el Grand Palais de París, comisariada por Didier Ottinger, conservador general del Patrimonio; Diana Widmaier-Picasso, nieta del maestro malagueño, y Émilie Bouvard, conservadora del Museo Picasso de París.

Se han organizado numerosas exposiciones para glosar el puesto central de Picasso en la historia del arte del siglo XX.

Una de ellas, «Picasso y los maestros» (Grand Palais, 2008) proponía una lectura esencial: mostrar cómo Picasso había «devorado», «copiado» y «releído» las grandes obras maestras de Velázquez, Zurbarán, Goya, Rembrandt, Cézanne, etcétera, para cambiar el rumbo de la historia de la pintura de nuestra civilización.

«Picasso.mania» reconstruye una historia muy semejante, presentando dos centenares de obras de grandes maestros del último siglo, recordando e ilustrando cómo Picasso ha sido «devorado», «releído», revisitado o puramente copiado por muchos artistas de diversa sensibilidad, intentando todos encontrar en su inmenso legado las semillas del arte por venir.

Un legado infinito

De entrada, una evidencia palmaria: Picasso ha influido en la obra de artistas de muy distintas civilizaciones, a través de la fascinación que su obra ha ejercido en creadores europeos, americanos, asiáticos, africanos, blancos, negros, mestizos, agnósticos, católicos, budistas, politeístas. El legado de Picasso no es uno, sino infinito.

Chéri Samba, gran maestro africano, residente en Kinshasa, resume de este modo esa dimensión «multicultural» de Picasso: «Picasso se interesó por el arte africano, cuando Europa estaba convencida de que no existía ningún arte africano. Copiando e inspirándose en el gran arte de las civilizaciones africanas, Picasso abrió puertas inmensas, que siguen funcionando como “puente” entre civilizaciones y culturas».

Sentado ese principio universal, hay otros aspectos significativos. Cada periodo picassiano, todas sus grandes obras mayores, han sido objeto de «copias» y «revisiones» de la más diversa sensibilidad. «Las señoritas de Aviñón», por ejemplo, han seducido a muchas generaciones de artistas plásticos. Robert Colescott vuelve a visitarlas para imaginar un fresco de «arte bruto», una obra entre el «street art» y las mitologías «underground» de los años 60 y 70 del siglo XX.

Andy Warhol y Erró, por su parte, descubren un Picasso «pop», integrando fotografías e imaginería de todas las épocas picassianas en puzzles muy personales, que intentan justificarse como homenajes al gran patriarca, convertido en icono de nuevas mitologías.

El «Guernica» picassiano ha sido copiado y revisitado en infinitas ocasiones. El artista plástico francoargelino Adel Abdessemed propone una «lectura», nueva, llamativa y más o menos sorprendente: un «fresco» de animales condenados a morir en condiciones horrorosas… Adel Abdessemed ya provocó cierto escándalo, hace años, presentando el «sacrificio» de animales en condiciones que podían reflejar una cierta crueldad indiferente, que él justificó como una denuncia del tratamiento cruel infringido a muchos animales.

Revisitar sus arlequines

Los arlequines picassianos son figuras emblemáticas de varios periodos (azul y rosa, de entrada). David Hockney los «revisita» a la luz de las nuevas figuraciones de la pintura posmoderna, entre la figuración y las nuevas tecnologías, que Hockney utiliza a la manera de Salvador Dalí: intentando encontrar en los nuevos recursos tecnológicos herramientas de trabajo. Enterrada la «vieja» pintura al óleo en el panteón de los grandes capítulos de la historia de la pintura occidental, la fotografía digital y los smartphones se convierten en eficaces instrumentos consagrados a la revelación de otros mundos… que están en este. Hockney reinstala los arlequines picassianos en un universo mítico que busca las raíces de una nueva figuración pictórica en el Picasso de los años 20, entre Barcelona, París y un viaje italiano.

Hay muchas otras revisiones de los legados picassianos. Chéri Samba, por ejemplo, se sirve de una foto legendaria de Robert Doisneau («Las Manos/panes de Picasso»), para «releerla» con dos aportaciones propias: palomas de la paz picassianas y un continente africano en busca de redención. Thomas Houseago propone una escultura/retrato imaginario de Picasso, recurriendo a imágenes del periodo cubista, que cobran una nueva dimensión, convertidas en fragmentos de un hombre no sabemos si víctima de la historia o Lázaro resucitado.

Lágrimas cubistas

Francesco Vezzoli continúa fascinado por el Picasso que contrajo matrimonio con Olga Khokhlova, a la que consagró varios retratos de sublime belleza. Y se sirve de varios retratos de la Olga histórica, tocados con «lágrimas cubistas», transformando viejas fotografías de época en retratos visionarios…

Quizá sea imposible «resumir» las infinitas variaciones suscitadas por incontables artistas que han «bebido» en Picasso en busca de sus propias raíces. Copiando y «devorando» a Picasso, unos y otros encuentran y proponen muy diversos caminos a la creación artística. Quizá sea esa la lección esencial del propio Picasso: copiar y «devorar» a los maestros del Panteón clásico, en busca de nuestra propia identidad, atormentada.

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