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La pizarra del Cádiz 1-4 Valencia

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Los amarillos aguantan a duras penas hasta el descanso, ofreciendo una segunda parte lamentable, carente de juego, ganas y fuerza para sumar siquiera un punto

Pires con Paulista en el partido l.v.
Rubén López

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Muertos en vida

Otra imagen lamentable del Cádiz y van ya unas cuantas. Un equipo que jugaba en casa, ante su afición entregada y con la única premisa de ganar volvió a tropezar con la misma piedra demostrando que hoy por hoy es un equipo muerto, sin fuerzas, sin ilusión y sin alma. Lo último es aportación de un Sergio González que buscó mover el árbol cambiando incluso el sistema pero ni por esas. Sus jugadores ofrecieron un partido sencillamente lamentable, sobre todo en una segunda parte en la que bajaron los brazos cuando solo perdían por una diferencia de un gol y tenían mucho tiempo por delante.

Sobre todo porque de nuevo el banquillo del Cádiz no aportó absolutamente nada, ninguno de los cambios que entraron en el terreno de juego fue capaz de aportar algo diferente, de hecho incluso empeoraron el equipo. La plantilla está ofreciendo un nivel muy bajo y el entrenador no ha dado con la tecla de cara a revolucionar una plantilla muy lejos de lo que se presuponía en verano.

1. Sergio mueve el árbol

Fiel siempre al 4-4-2 Sergio decidió jugársela cambiando de sistema, dejando a Chris Ramos solo arriba y jugando con tres centrocampistas. San Emeterio jugaba de pivote defensivo, con Kouamé por delante y Alcaraz más adelantado. Navarro y Alejo jugaban en las bandas tratando de tener la pelota ante un Valencia de talento y sobre todo de capacidad física.

Ahí estuvo una de las diferencias, la velocidad arriba del Valencia ante la lentitud atrás de un Cádiz de nuevo endeble y sin capacidad de ser un equipo sobrio atrás. El cuadro ché hacía el primero que se convertía en un jarro de agua fría tan grande como la lesión de San Emeterio. Escalante entraba en el campo y ya el Cádiz tenía que remar contracorriente.

2. El VAR da esperanzas

Los amarillos trataban de reponerse buscando triangulaciones con Robert Navarro y las dejadas de Chris Ramos. Sin embargo, eran llegadas muy esporádicas. Kouamé estaba lejos de los minutos que había ofrecido en otros partidos, incluso perdiendo balones que dejaban muy en riesgo a Conan Ledesma y la defensa.

La suerte se alineaba con los amarillos con un penalti de VAR, por fin, favorable a los cadistas. El tanto daba vida al conjunto cadista y ofrecía un nuevo partido dentro del mismo partido. Con mucha igualdad se llegaba al tiempo de descanso, tras una primera parte en la que el Cádiz se estaba engañando con el empate en el luminoso y poco más, porque poco más ofreció el cuadro gaditano.

3. Sin nada

Sin cambios al descanso, la segunda parte fue un despropósito. Más aún cuando el Valencia marcaba a placer tras una contra en la que el conjunto local estaba en los laureles. Este Cádiz no defiende, no tiene solidez, encaja con una barbaridad pasmosa y así es imposible.

Lo peor llegaría tras el 1-2 porque fue como una bomba para el cuadro de Sergio. Los cambios fueron un auténtico desastre, volviendo primero al 4-4-2 jugando de nuevo con dos delanteros. El Cádiz acababa como el equipo desesperado que huele a que su entrenador está destituido, con Alejo de lateral, Javi con Luis Hernández de central, tres delanteros y uno de ellos en la banda...en definitiva un galimatias con el que poner fin a un partido que acabó con dos goles más con el Cádiz volcado arriba.

Sin ideas, sin capacidad de generar nada en ataque y sin defender. La situación del cuadro cadista es totalmente insostenible porque el cuadro gaditano está muerto hoy por hoy.

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