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La pizarra del Cádiz 0-0 Athletic
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Pellegrino toca pocas cosas en su estreno, mejora en sensaciones pero los pecados del equipo siguen estando vigentes
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La vida sigue, casi, igual
Dice el tópico futbolístico que 'entrenador nuevo, victoria segura'. En el Cádiz ni porque sea una casi realidad dicha frase se cumplió. El equipo suma una nueva jornada sin conocer la victoria y son ya tantas que a veces hasta se pierde la cuenta. El caso es que Mauricio Pellegrino tenía por delante una papeleta curiosa con su estreno en un Carranza expectante y ante uno de los mejores equipos actualmente de Primera División.
Para empezar su gran y casi única variación en el once fue dejar un solo delantero con Rubén Sobrino de enganche. El resto del equipo el más o menos previsible con Alcaraz y un voluntarioso pero poco efectivo Escalante en el centro del campo.
Más allá de ese mínimo cambio táctico, el Cádiz ofreció un partido similar a los del mes de diciembre en los que no se quedó lejos de ganar. Bien desde el inicio, generando ocasiones, mereciendo marcar pero desinflándose en la segunda parte. El descanso fue un nuevo acicate para un equipo que no tiene continuidad, aunque en esta ocasión la desidia de un Athletic cansado física y mentalmente por la Copa del Rey ayudó para no pasar apuros en la recta final del encuentro y en una segunda parte de claro dominio visitante.
1. Un solo punta
Con un once que bien habría firmado Sergio pero sin olvidar que no hay más cera que la que arde, Pellegrino trataba de meterle fuerza al equipo desde el inicio con un Cádiz que salía con ganas pero sin locuras atrás. Un equipo ordenado y consistente, teniendo en cuenta que los tres puntos debían quedarse en tierras gaditanas.
Los amarillos salían fuertes con Escalante de ancla y saliendo a la presión, con Rubén Alcaraz organizando el equipo desde atrás. Robert Navarro se hacía con el balón siendo el jugador más incisivo en labores ofensivas de un Cádiz mejor que el Athletic pero con la habitual falta de mordiente.
2. Dominio sin gol
El paso de los minutos en la primera parte dejaba a un Cádiz que iba poco a poco más. Tenía el balón, generaba arriba y el Athletic, con el cansancio normal del esfuerzo de la Copa del Rey, inquietaba poco a un Conan Ledesma con poco trabajo durante el partido.
El Athletic se limitaba a defender y tratar de robar sin conseguirlo. El Cádiz tocaba y tocaba buscando las pocas fisuras que generaba la defensa de Ernesto Valverde. Eso sí, todo cambiaba tras el descanso. El Cádiz hacía de las suyas al desaparecer completamente como si el tiempo de asueto se hubiera convertido en un mazazo para los amarillos.
El cuadro vasco se hacía con el balón y el Cádiz comenzaba a fallar pases, dejar de robar, en definitiva a sus habituales problemas durante los partidos. La no continuidad en el juego, sabiendo que eres el dominador del mismo, aunque vayas empatando a cero en el marcador.
3. La habitual desaparición
Sin embargo, las fuerzas comenzaron a igularse pasado el cuarto de hora de la segunda parte. Aunque el Athletic quería no tenía las fuerzas suficientes para inquietar a Conan. Valverde metía a Nico Williams pero se encontró con un Iza Carcelén que estuvo pendiente de él constamente, al igual que Pires lo estuvo del mayor de los Williams.
Pellegrino tardaba mucho en hacer los cambios, tanto que se dejó dos sin hacer. Metía dos delanteros pasando al 4-4-2 con Guardiola y Chris arriba, para al paso de los minutos volver al punta solo metiendo de enganche a Álex con Ocampo por Robert Navarro en la banda. Los amarillos no pasaban apuros pero tampoco metían en otros al Athletic, por lo que el cero a cero era el resultado más evidente del partido.
Un empate a cero que se convierte en un inicio agridulce para Pellegrino. El punto, viendo la dinámica del Cádiz, no puede ser bueno pero si deja mínimos atisbos de lo que el nuevo técnico espera de su equipo.
