Tribuna Libre

Falta de empatía

El enorme mérito de Vizcaíno como gestor del Cádiz CF es inversamente proporcional a su capacidad para llegar al alma de los aficionados

Manuel Vizcaíno, en la tertulia de Canal Sur el pasado miércoles.

Ignacio Moreno Bustamante

Manuel Vizcaíno es un excelente gestor deportivo. Su labor al frente del Cádiz CF es sencillamente espectacular. Los números lo dicen y los números no mienten. Cogió al equipo al borde de la desaparición, con una deuda incuantificable y una situación deportiva en la que estaba más cerca de Tercera División que de la propia Segunda B en la que militaba. Hoy, casi una década después, el Cádiz compite en Primera División y sus cuentas están tan saneadas que le permiten afrontar el futuro con un más que justificado optimismo. Al punto que, como explica muy bien su vicepresidente Rafael Contreras, el club ya tiene ‘copados’ los ingresos habituales. A saber: abonos, derechos televisivos y patrocinadores. Estas tres patas prácticamente no pueden crecer más, de ahí que se busque una cuarta. Y esa cuarta es el famoso fondo de inversión CVC, que ha llegado de la mano de Tebas precisamente para que los clubes puedan seguir ese crecimiento –en general ligado a las infraestructuras– que permita a La Liga mantenerse a la altura de otras competiciones, fundamentalmente la Premier League inglesa. El Cádiz, Manuel Vizcaíno, ha decidido apostar buena parte de esos ingresos extraordinarios a un proyecto denominado Ciudad Tecnológica del Deporte, que pretende ubicar en los terrenos de la antigua factoría Delphi. Es un proyecto un tanto ambiguo y que no han sabido explicar del todo bien ni a los aficionados del club ni a la ciudadanía de la Bahía de Cádiz en general. Un plan que además choca de frente con los intereses de empresas logísticas tan importantes y potentes como la Autoridad Portuaria o la Zona Franca, que tienen una orden de expropiación sobre los terrenos para ampliar el Muelle de la Cabezuela. El asunto está paralizado y no se sabe muy bien cuándo ni cómo acabará. Pero el simple hecho de que una entidad como el Cádiz sea capaz de mantener un pulso con un proyecto tan potente como el de Las Aletas habla mucho y bien de la capacidad económica del club. Todo eso es mérito indudable de Manuel Vizcaíno, que va camino de convertirse en el mejor presidente de la historia del Cádiz, por encima del veneradísimo e idealizado Manuel Irigoyen. En lo deportivo le faltan tres temporadas más en Primera. Y en lo económico hace tiempo que lo superó de largo.

La comunicación

Ahora bien. Dicho todo esto. La demostrada capacidad de gestión del presidente del Cádiz es inversamente proporcional a su capacidad de ‘conectar’ con el aficionado cadista. Por los méritos contraídos en los despachos y en el terreno de juego, Vízcaíno debería ser una de las personas más queridas y valoradas no ya de la capital gaditana, sino de toda la provincia. Pero no lo es. Y no lo es por sus propios errores. Capacidad de gestión, 10. Capacidad de empatía, 0. Es probable que tampoco le interese en demasía este aspecto, porque cada día que pasa, cada vez que hace una declaración pública, se echa más arena sobre sí mismo. Quizá al principio sí que lo intentó, pero de forma tan torpe que se le vio el plumero enseguida. Eso de querer aparentar ser el más gaditano a los aficionados siempre les sonó a burla. Salir en un coro de Carnaval, cargar un paso de Semana Santa... o se siente o no se siente. Y desde el principio se vio que era más marketing que sentimiento. Su tono displicente, su actitud a ratos entre cansina y altanera... no le han ayudado en absoluto. No le criticaré declaraciones como «he venido aquí a ganar dinero», «ficharemos a un delantero top» o el hecho de desearle el descenso a un rival. Quien tiene boca se equivoca y él sabrá lo que dice. Es más cómo lo dice. Esa fina y subjetiva línea que, en general, le ha alejado más de los aficionados de lo que le ha acercado. Y eso que el trato a los abonados, en lo que al precio de los carnés se refiere, es bastante aceptable. Vizcaíno se ha ganado el respeto de la afición amarilla como gestor, pero no como cadista. Los aficionados no lo consideran uno de los suyos y reducir esta realidad al hecho de que es sevillano es tan simple que no merece la pena ni comentario.

Relación con la prensa

Tampoco ha contribuido en nada para mejorar esta situación su relación con la prensa. Desde el principio aplicó el estás conmigo o estás contra mí. Y la mayoría estuvieron con él, como suele ocurrir en el periodismo deportivo en general y en el periodismo deportivo gaditano en particular. Pero no todos le bailan el agua, pese a sus indiscutibles, repito, méritos como gestor. La labor de un periodista es ser siempre crítico. Es nuestra forma de contribuir al crecimiento y a la mejora de la sociedad. En este caso del club. Pero esto es algo que no entienden la mayoría de los políticos ni de los dirigentes deportivos. En LA VOZ tratamos de ser críticos, a la par que honestos. Tratamos de aplicar el principio de «periodismo es contar algo que alguien no quiere que sea contado». Desde el rigor. Esto nos ha supuesto más disgustos que alegrías, como el veto que sufrimos precisamente desde el Cádiz CF en la etapa de Antonio Muñoz como presidente. Pero forma parte del ‘juego’ y nos permite cerrar el periódico cada día con la conciencia tranquila. Por supuesto con nuestros errores. Algunos públicos, otros resueltos a nivel interno, como los asuntos de los vestuarios de los equipos de fútbol. Y los seguiremos cometiendo. Igual que el que cometió el presidente del Cádiz llamando ‘enfermo’ y ‘personaje’ a un periodista de esta casa –Alfonso Carbonell– en directo en el programa La Jugada de Canal Sur que dirige Javier Lacave. Esa falta de respeto es inadmisible. Sé las razones por las que se considera legitimado para traspasar esa línea, me las ha contado en persona. No las desvelaré aquí precisamente por respeto hacia él. Y como le dije, desde un punto de vista humano puedo entenderle en parte, pero desde un punto de vista periodístico no. Al margen de nuestro estilo más o menos crítico en las informaciones, que asumo en primera persona con nuestros errores y con nuestros aciertos, él se refiere a dos informaciones concretas que son perfectamente publicables tal y como salieron a la luz. Y si no lo entiende así, que nos denuncie en los juzgados.

No lo hará. Como difícilmente cambiará su forma de relacionarse con la afición. Sencillamente es su forma de ser, de entender su profesión. Absolutamente respetable. Pero que le ha llevado a no empatizar con aquellos que –insisto una vez más, dados sus indudables méritos como gestor– más deberían venerarle. Pero no lo hacen. Por eso nació, por ejemplo, la plataforma ‘Alma Cadista’. Una asociación de aficionados que saben que hace mucho tiempo que esto no va de sentimientos, que va de números. Pero que tienen en el amarillo, en el pasodoble de Manolo Santander, en el recuerdo de la Torre de Preferencia, en el del tren del gol, en El Turronero sonando en los descansos, en la pasarela de Loreto, en Mágico... buena parte de su razón de ser, de sus recuerdos, de su alma. Un sentimiento que anida en ellos desde mucho antes de que cualquiera de los que dirigen hoy día el club supiera siquiera dónde está la Plaza de Madrid. Y que seguirá ahí cuando se hayan ido. Si es con el Cádiz en Primera División, mucho mejor. Si es en Segunda B, ahí estarán también. Porque para unos pocos esto va de dinero. Pero para la inmensa mayoría es más. Mucho más.

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