El Alfiler

Prostituidos

El nuevo fútbol obliga a los profesionales a un 'gran hermano' que ellos mismos comenzaron jugando

El Padre Nuestro con el que Athletic comienza todos los años la Liga fue emitido por las cámaras de LaLiga.

Alfonso Carbonell

Es el nuevo fútbol, ese que cambia tanto que ya no lo conoce ni la madre que lo parió. ¿Reuerdan cuando se decía que el vestuario era un templo sagrado del futbolista? Pues ya no, salvo el del Madrid, que se ha querellado contra LaLiga por querer meterle una cámara dentro. El resto, a prostituirse y poner la mano. Ahora, hasta Mercedes Milá entraría como Perico por su casa. Es lo que se lleva y, como diría Pep Guardiola, 'show must go on'. El espectáculo debe continuar. Da igual que los profesionales jueguen tropecientos partidos en verano, da igual que se partan cruzados, que sufran lipotimias o se quejen en arameo. Entre otras cosas, qué más da si se enfadan si han sido ellos los primeros en prostituir el negocio con unos salarios insultantes y unas acciones irrisorias. No, no se pueden quejar. Ellos lo ganan, ellos lo sufren.

El fútbol cada vez interesa menos en edades adultas. Tampoco es que interese demasiado en los más jóvenes, a los que tenerlos sentado más de diez minutos viendo la misma cosa puede considerarse un milagro. Lo último en llegar ha sido la entrada de cámaras en los vestuarios y los micrófonos durante los tiempos muertos, justito igual que el baloncesto, un deporte que creció en las universidades y no en la calle como el fútbol. Ya se graban las conversaciones entre el entrenador y los jugadores y nos acercan mucho más un espectáculo que cada día se aleja más. Ya algún jugador se ha quejado de esta intromisión en la intimidad del grupo pero bien se le podría decir lo mismo que antes porque fueron precisamente ellos los primeros en profanar sus lugares sagrados con 'tiktoks' salidos desde dentro con sus maquinitas móviles.

La prostitución del fútbol está en auge con tal de contentar a los más jóvenes, esos que no pueden estar sentados haciendo la misma cosa durante más de quince minutos. Se quiere atraer a unos muchachos que disfrutan más con la Kings League que con el tostón en el que están convirtiendo un deporte hasta en el que hacen protagonistas a los locutores de radio mientras cantan un gol. Ridículo todo.

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