Sociedad

La travesía del orgullo gitano

Una exposición repasa la historia del pueblo calé prescindiendo del tópico

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Los estereotipos racistas son tan antiguos como el mundo. Basta con echar una mirada al diccionario de la Real Academia Española para encontrarse con una acepción coloquial de la palabra 'gitano' que seguramente enojará a los que hablan el caló. Define al miembro de esta etnia como «aquel que estafa u obra con engaño». Combatir precisamente los prejuicios ancestrales es uno de los objetivos de la exposición 'Vidas gitanas', que acaba de inaugurarse en el Centro Cultural Conde Duque de Madrid. Fotografías históricas y contemporáneas, vídeos, documentos y objetos etnográficos componen las 400 piezas de la muestra, cuya contemplación permite al visitante hacerse una idea cabal de los seis siglos de presencia gitana en la Península Ibérica.

Organizada por la Fundación Instituto de Cultura Gitana y Acción Cultural Española (AC/E), la exposición trata de acercar el legado socio-cultural de los gitanos españoles, que acumulan un fecundo acervo cultural y simbólico. Fotografías de Cristina García Rodero e Isabel Muñoz ilustran la idiosincrasia de un pueblo marginado. Los antepasados de esta etnia partieron desde el subcontinente asiático hace mil años, recalaron en Persia y Bizancio y se diseminaron por Europa hasta desembarcar en España durante el siglo XV.

La exhibición trata de desmontar los tópicos que pesan sobre los gitanos y subraya que sin su contribución España no se entendería. Los comisarios de la muestra, Joaquín López Bustamante y Joan M. Oleaque, quieren demostrar que la historia del pueblo gitano es antigua y subyugante, aunque a menudo ha sufrido tergiversaciones. Quien se acerque a ver la exposición podrá comprobar que los miembros de esta etnia han sido objeto de persecuciones, como lo atestiguan los decretos y pragmáticas de expulsiones.

Además podrá percatarse de que siempre se ha pretendido a ahormar a los gitanos, imponiéndoles una forma de vestir, oficios en los que trabajar y hasta personas con las que podían hablar. Uno de los documentos más interesantes es el que acredita la llegada de los gitanos a España: el salvoconducto firmado por Alfonso V de Aragón en 1425. Ya en 1499 los Reyes Católicos rubricaron un decreto de expulsión y en las centurias siguientes se sucedieron las normas represivas, como la Gran Redada o 'prisión general de los gitanos', de 1749, que tenía por finalidad desterrar de España a este grupo de población.

Imagen romántica

A partir del siglo XIX los viajeros europeos que visitaron España y que buscaban el exotismo se dejaron seducir por la imagen romántica que ofrecían los calés. Entre ellos figura Georges Borrow, estudioso de la variante lingüística de los gitanos españoles y autor de libros en los que refleja su fascinación por ellos. Del influjo que ejercieron los cíngaros sobre los artistas hablan los grabados de Doré, las postales de Señán, las pinturas de Romero de Torres, Modigliani o Picasso o la obra de García Lorca, Falla y Albéniz.

Ya en el siglo XX, las décadas de los 40, 50 y 60 fueron años de emigración, del éxodo del campo a las ciudades, del desarrollo de chabolas y de la creación de guetos gitanos. Testigos de estos tiempos grises, del hacinamiento en el extrarradio de las grandes urbes, de la jarana y vitalidad de un pueblo que no se resignaba a la tristeza hablan las fotografías de Jacques Lèonard, apodado como el 'Payo Chac' tras su matrimonio con una gitana, y las imágenes de los integrantes del Flamenco Project.

Frente a la exclusión del mundo romaní, emerge otra realidad bien diferente, la del encanto del arte y la canción gitanos, sobre todo del flamenco, a través del cine de la época. Un audiovisual ofrece una selección de secuencias de películas como 'Morena Clara', 'Embrujo' o 'María de la O' y sus estrellas: Lola Flores, Carmen Amaya y Manolo Caracol. Cintas que a pesar de su estética kitsch forman parte de la educación sentimental de los españoles. Un filme histórico es 'Los Tarantos', de Francisco Rovira Beleta, que compitió en la carrera por los Oscar en la categoría de mejor película de habla no inglesa.

La exposición incide en la lengua: el idioma gitano es el romaní, nacido en India y Pakistán y enriquecido con palabras de los países por los que pasó este pueblo nómada. En España, los gitanos hablan la variante caló, que aporta al español vocablos como 'chaval', 'chachi' o 'pinrel'.