MILENIO

BAJO LA LEYENDA

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Hubo un tiempo no tan lejano en el que los periodistas éramos personas normales. La gente te saludaba por las calles, los amigos te llamaban por teléfono y los colegas te invitaban a tertulias en la tele y en la radio por la cara. A veces, hasta te pagaban y, además, te saludaban los serenos nocturnos con su bastón y su mazo de llaves. Pero todo ha cambiado. Ahora, cuando un compañero de redacción desaparece es que se ha integrado en un programa de tertulia política, bien en la radio o en la tele. Y son tremendas. Ríase de Torquemada.

La mayoría, además, fueron hijos desaforados de la derecha más terca e inmutable. Me los encuentro de vez en cuando y nunca les planteo preguntas personales por razones de instinto de conservación. Muchos ganan un pastón largando de la izquierda, si son de derecha, y a la inversa, si son izquierdosos. También abundan estos arrepentidos en la prensa on line y no es normal lo que critican y con la rabia que lo hacen.

Y ahora que se aproximan las municipales llegamos al delirio. Cómo será el pre clima electoral de las generales próximas. En cualquier caso, los mandatarios políticos nos superan en lo bueno, lo regular y en lo malo. El jefe Griñán, por ejemplo, el inquilino del Palacio de san Telmo de Sevilla, residencia oficial del presidente de la Junta y lugar en la que nació la hija de los duques de Montpensier, María de las Mercedes, fallecida a los 18 años siendo reina de España, a la que «cuatro duques la llevaron a hombros por las calles de Madrid». Una historia romántica que aún hace llorar a esta Sevilla contradictoria e impenetrable en su alma.

No se sabe si por influjo de la leyenda, lo cierto es que el jefe Griñán debe de sentir en las noches primaverales, vagando por los jardines de palacio, el influjo de la 'niña reina', lo que explicaría esa explosión de entusiasmo repentino por la 'número tres' del PSOE, Carme Chacón, a la que llenó de lisonjas y adjetivos encendidos. Lo sabe bien Griñán. Con las señoras va sobrado, pero con los adversarios, periodistas y trapecistas sin red se corta frecuentemente. Lo sabe el racial Arenas, más directo que el ausente Zarrías, y se aprovecha el prócer conservador al atacarle por los flancos. Ahí, Griñán se tambalea y bloquea, pero está bien su entusiasmo con la Chacón, la cual ya es capaz de memorizar todas las canciones guerreras del Ejército español.