Tribuna

Sí 'buana'

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Sonó el teléfono, en la pantalla aparecía 'The White House', lo descolgó, se hincó de rodillas, y antes de terminar de hablar su interlocutor, ZP le transmitió «yes buana, of course». Ahora que se ponga el interprete que aquí toma nota el linotipista, al pie de la letra, como no podía ser de otra forma entre socios. Supongo que se vio desbordado y se metió la ideología por donde pudo, porque si no, no puedo entender la contradicción con su mensaje hasta ese mismo momento. La racionalidad, la objetividad, no le había interesado lo más mínimo hasta ahora. Pero el estadounidense lo único que quiere es la adhesión monda y lironda a su propuesta, porque la actitud española le afecta directamente. ¿Pero, se puede o se debe ser objetivo ante estas circunstancias? ¿Se puede, al menos, tratar de ser objetivo? He de suponer que conociendo al personaje, de haber materializado su real tentación hubiere sido que no. Pudo decir «sí» o «no», o «depende», sin mirar las consecuencias de contradecir al Sr. buana, pero no se atrevió. Se le reblandecieron los bajos y su pantalón fue marco de múltiples salpicaduras. Realmente hubiera podido matizar para que no sea todo blanco, si no es todo blanco, ni sea todo negro si no es todo negro. Se puede decir: «pienso que tienes razón en esto, pero de ninguna manera en otras cosas». Yo creo que se puede estar a las duras y a las maduras, e incluso se puede estar sólo a las duras cuando todo el mundo te lo dice. No es preciso que se tenga que producir una conjugación interplanetaria vía telefónica, ya que la situación es dramática desde hace dos años, aunque nuestro presidente no se lo crea, o simplemente pensó que éramos tontos de remate, además de antipatriotas y quiso valerse del más burdo de los engaños. Quizás en sus dos tarde de economía le enseñaron fundamentalmente, porque realmente no daba para más, la ortodoxia de la izquierda consistente en los «supuestos beneficios de incrementar exponencialmente el gasto público» como mandan los cánones de la progresía. Ya llegará la derecha a comerse la deuda y racionalizar la situación. Es evidente que la campaña llevada a cabo a finales de 2008 'In Spain We trust' (Confiamos en España), ha sido papel mojado, campaña sustentada en el voluntarismo y nada más. Con este lema, que parafrasea el que llevan inscritos los billetes de dólar (In God We Trust), lo que si veo es la obsesión de los socialistas ahora por los EE.UU. Veo al presidente del gobierno haciendo un homenaje póstumo a Georges Washington y de paso hace por que venga Obama. El anuncio del Ministerio de Economía también llevaba una pequeña leyenda, en la que señalaba que «España es una economía superior con una sólida posición fiscal. Compre deuda pública española y aprovéchese de su muy alta liquidez, con vencimientos de hasta 30 años». Además, el cartel mostraba la calificación que le otorgan las tres principales agencias de calificación, la triple AAA o máxima garantía de cobro. Como han cambiado las cosas o como las ocultábamos antes. Ahora todas las instituciones económicas públicas y privadas le han dado la vuelta.

Entremos en materia. En la situación existente, las medidas tomadas son absolutamente necesarias pero manifiestamente insuficientes. ZP ha hecho un daño irreparable a los españoles por no haber tomado las medidas precisas conforme se desenvolvían los acontecimientos, allá en junio de 2007. Ahora los especuladores o inversores financieros, son lo mismo, quede claro esto, se han cebado con las economía mediterráneas, que son francamente vulnerables. Ahora bien, bienvenido sean los ataques, si con ellos se ha creado el entorno necesario para arreglar de verdad el mayor desaguisado de la historia económica de España. Que iban a hacer si no los inversores, a los que la vicepresidenta y el fiscal general del Estado, tachan no sólo de especuladores, si no de delincuentes financieros, simplemente por negarse a prestar más dinero o en su defecto pedir una prima mayor para asegurar esas deudas, ya que se llega a tener el convencimiento de la incapacidad de dichos Estados para hacer frente al pago de la deuda a su vencimiento. A nuestros políticos se les olvida explicar el funcionamiento de éstos mercados, en los que dos no contratan si uno no quiere. Tanto el tipo de interés como la prima de seguro por posible impago son producto del cruce de múltiples transacciones económicas. Las condiciones reflejan el punto de equilibrio para cada país, producto del punto de corte de la oferta y la demanda de medios financieros. Pues bien, ocurre que España, al igual que el resto de países apodados PIGS, son los más endeudados y al unísono son los que aparente son menos capaces de afrontar sus problemas para solventarlos. Y lo quiera o no la Vicepresidenta, el Fiscal General y el sursuncorda, influye de manera notable en la formación de las expectativas, que condicionan sin duda a los inversores internacionales. No vale decir que estamos en la Chapions League o 'In Spain We trust'. Los inversores velan por sus intereses como no podía ser de otra manera. Lo contrario sería pedir a éstos, adoptar soluciones irracionales.

Decíamos que las decisiones adoptadas eran necesarias pero manifiestamente insuficientes. Hay que reformar y adecuar a los tiempos que corren el sistema financiero español y la principal de todas las reformas, la del mercado laboral, que debe incluir la del sistema de Pensiones Públicas. España necesita profundas reformas para que se genere empleo. La economía española ha perdido en competitividad. Esa y no otra es la justificación de la abultada y escandalosa cifra de desempleo. Para ello es básico eliminar la actual indexación de los salarios a la inflación prevista. Ello sólo se consigue modificando la negociación colectiva, predisponiendo la unidad de negociación al ámbito de la empresa. Soy escéptico con casi todo. ¿Qué se puede esperar de un hombre que cuando tiene que ponerse de pie se queda sentado, cuando tiene que sentarse se arrodilla y cuando duerme, supongo que le dará por hacer el pino? Quizás la solución venga por una mayor cesión de soberanía en términos económicos, como se ha producido ésta semana, para que las decisiones internas quedan supeditadas como si de un protectorado se tratara.