Otra vez Schumacher

El mismo circuito, la misma curva, el mismo rival de antaño. Michael Schumacher y Fernando Alonso regresaron al escenario de sus mejores duelos, la rampa del restaurante La Rascasse en el puerto de Mónaco, allí donde en 2006 el alemán aparcó su Ferrari con el que peleaba frente a Fernando Alonso y su Renault.

Y, como siempre, con el reglamento de por medio. Ese papel mojado tan etéreo que santifica la Fórmula 1 y que se estira y encoge con la misma facilidad que la libre interpretación de los árbitros de fútbol.

Estaba el coche de seguridad en la pista y enfilaba su retirada para evitar un daño a la imagen de la F-1. Una carrera que acaba con el Mercedes de Bernd Maylander en cabeza. Según el artículo 40.13, si un gran premio termina con el «safety», no se puede adelantar en la última vuelta. Y eso hizo Schumacher cuando las ruedas traseras del Ferrari de Alonso patinaron. Adelantó y se colocó sexto.

«Pregunté a mi equipo si podía adelantar a Hamilton cuando se marchase el coche de seguridad porque me vi tentado -explicó Alonso-. Iba muy lento, pero me contuve. Después Schumacher me rebasó y pensé: mucho mejor, ahora le sancionarán».

Los comisarios de la FIA (Damon Hill, Paul Gutjahr, José Abed y Christian Calmes) atendieron la reclamación de Ferrari y le dieron la razón. Sancionaron a Schumacher con veinte segundos, por lo que el germano bajó de la sexta a la duodécima posición y fuera de los puntos. Alonso, que había entrado séptimo, recuperó la sexta plaza y dos puntos para el Mundial.

Los comisarios declararon como ilegal el adelantamiento, ya que el coche de seguridad enfilaba en esos momentos el camino del 'pit-lane'. Así, le impusieron un 'drive trough' que se tradujo en la penalización de 20 segundos.

La última vez que se midieron en ese punto, Schumacher fue sancionado con el pozo. Había hecho la pole y salió el último. A raíz de eso, protagonizó una de las mejores remontadas que se recuerdan. Terminó quinto.