EL TRANVÍA

SINERGIA

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La Asociación de Jóvenes Empresarios organizó el miércoles una jornada sobre el mercado laboral de los jóvenes en la provincia. Y, claro, salió el tema de Ikea. Hubo quien se quejó del daño que la tienda de la multinacional sueca y su macroproyecto comercial anexo podría suponer para el pequeño comercio local. De que las ayudas que había recibido por parte de la Administración suponían un exceso y un agravio comparativo respecto a pequeños y medianos empresarios que tienen que pasar las de Caín para poner en marcha un negocio o una iniciativa y tirarla después para adelante. Y no le falta razón, porque mucho me temo que si nos pusiésemos a comparar, más de uno pondría el grito en el cielo.

El lunes, un día antes de la apertura de Ikea, varios centenares de comerciantes jerezanos se echaron a la calle para exigir medidas que les ayuden a mantenerse a flote. La tienda de muebles también centró buena parte de sus proclamas más críticas. No en vano, consideran que supone una amenaza -o más bien la punta del iceberg de la misma- para el futuro de sus negocios. Están convencidos de que los gestores de lo público se vuelcan en exceso con las grandes superficies y macroproyectos a las afueras de la ciudad, mientras dejan de lado al comercio tradicional, al pequeño empresario de toda la vida que se las ve y se las desea para subsistir.

El debate está ahí, y sólo el tiempo dirá quién tiene razón. Pero la única realidad incuestionable es que no hay marcha atrás posible; lo hecho, hecho está. La cuestión ahora es cómo afrontarlo. Y quizá lo que habría que hacer es aprovechar las posibilidades que ofrece Ikea; explotarlas al máximo. Es decir, aprovechar esos cientos de miles de clientes de fuera que aseguran que atraerá la tienda de muebles y complementos del hogar y, dentro de unos meses, el macrocomplejo comercial anexo, e invitarles también a visitar el centro de la ciudad, por ejemplo. Quizá no lo hagan en su primera ni en la segunda, pero pude que sí estén dispuesto a hacerlo en las próximas. Pero habría que ponérselo fácil. O al menos no tan complicado como lo tienen ahora.

Ikea está a las afueras de la ciudad, demasiado lejos como para que alguien de fuera se plantee la aventura de llegar a la calle Larga, por decir un sitio. Me consta que años atrás se llegó a proponer un sistema de lanzaderas que conectasen la zona que ahora componen el establecimiento sueco y Área Sur con el centro de Jerez. El proyecto, evidentemente, quedó en el cajón de los olvidos, posiblemente por costoso y complejo, no sé. Pues posiblemente sea cuestión de darle vueltas a una idea de ese tipo. La cuestión es aprovechar el tirón, llamar la atención de la gente que llegará de fuera atraída por el gancho del establecimiento de muebles y complementos del hogar. Las sinergias. Porque Jerez tiene mucho y muy bueno que ofrecer, y hay que creérselo.