Crespí (i) y Carbonell, durante su ejercicio de la rutina técnica./Javier Soriano (AFP)
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El dúo español se cuelga el bronce en la rutina técnica

Marga Crespí y Ona Carbonell han interpretado el 'zapateao' flamenco creado por Flora Albaicín

BARCELONA Actualizado: Guardar
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La sincro española continúa con paso firme. Ona Carbonell y Marga Crespí conquistaron este domingo la medalla de bronce en el dúo técnico, la segunda presea en dos días, doblete esperanzador y éxito absoluto para la delegación española en el arranque de los campeonatos del mundo de natación, que se disputan en Barcelona.

Ona y Marga, que debutaban como pareja, interpretaron el ‘zapateao’ flamenco creado por Flora Albaicín para los Juegos Olímpicos de Londres y lograron un 93,8 en la final de la tarde, un punto menos que las chinas, que fueron segundas -igual que en el solo- y tres puntos y medio menos que las rusas, las auténticas dominadoras de la disciplina y que por lo que se ha visto en dos día de competición están en disposición de llevarse las siete medallas de oro en liza.

La pareja española se clasificó para la final con la tercera puntuación y a pesar de que por la tarde mejoró la actuación de la mañana, tras ajustar los giros, los tirabuzones y la posición de las manos, no fue capaz de superar a las chinas, hermanas gemelas, que ejecutaron una coreografía inspirada en la India. El punto de diferencia que los jueces dieron a las chinas recibió una sonora pitada en el Palau Sant Jordi, aunque la delegación española más o menos admitió que los árbitros fueron justos. «Estoy muy contenta, muy feliz», señaló Crespí poco después de colgarse su primera medalla en un dúo. «Solo llevamos seis meses trabajando como pareja y es un éxito la medalla conquistada», añadió Ona Carbonell. La alegría era grande, aunque en el equipo español soñaban con la plata.

Creen, no obstante, que el bronce se puede transformar en plata en el dúo libre y también en el solo libre que nada este lunes Ona. Las chinas se están mostrando superiores desde el punto de vista técnico, pero artísticamente las españolas se sienten superiores. «Vamos a por el dúo libre», expresaron al unísono Crespí y Carbonell, casi sin tiempo de saborear la medalla de bronce. La guerra fría contra las chinas ya ha empezado. Primero actuó el público del Palau Sant Jordi, que trató de ejercer toda la presión posible contra los árbitros con una buena pitada. Más tarde entraron en escena las dos sirenas españolas, lanzando un mensaje claro a las chinas, que ya saben que no pueden fallar ni medio movimiento si quieren mantener la posición de escuderas de las rusas, que están intratables y juegan en otra liga.

Como dice César Villegas, fundador hace cuatro décadas del club Kallipolis, la referencia de la sincro española, y donde se han formado, entre otras, Gemma Mengual, Andea Fuentes u Ona Carbonell, las rusas están en otro nivel y competir con ellas en la técnica es casi imposible porque en Rusia las niñas desde muy pequeñas aprenden ballet clásico en la escuela. Los movimientos los asimilan de manera natural y luego en el agua en la ejecución de los ejercicios son casi perfectas. Hoy por hoy son inalcanzables. Competir contra ellas además es muy complicado, porque mantienen una política de secretismo absoluto, lo que les lleva a recluirse en un búnker a las afueras de Moscú, donde tienen un centro de alto rendimiento y donde las chicas preparan sus actuaciones hasta el día de los campeonatos mundiales o Juegos Olímpicos. Nunca salen a competir en las pruebas internacionales que sirven de preparación. No se dejan ver, no exhiben sus ejercicios, no dan pistas a los rivales y es complicado diseñar ejercicios para contrarrestar sus propuestas.

Hasta la fecha, en cualquier caso, el camino del equipo español va viento en popa: dos medallas, en solo y dúo técnico, y dos más que ya están encargadas. La de la rutina técnica por equipos y la de combo, donde más suele destacar España porque es la modalidad de la sincro que se presta más a la creatividad. Frente a la rigurosidad de los ejercicios técnicos, que exigen ejecutar movimientos obligatorios, en el combo se permiten movimientos más heterodoxos. Ante la falta de China, que ha renunciado tanto a las pruebas de equipo como el combo, el 10 español, al ritmo de Elvis Presley, se coló a la final con la segunda marca, por detrás, de nuevo, de Rusia, que cuyo ejercicio fue menos innovador, pero sus nadadoras realizan las figuras tan a la perfección que sus notas siempre son muy elevadas.