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Kike Jambalaya, un 'crooner' atípico

El artista madrileño, uno de los mejores intérpretes del American Song Book, recopila en una ambiciosa trilogía la época dorada de la música popular americana

MADRID Actualizado: Guardar
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Llega con el piano a cuestas y el sombrero calado hasta las orejas. Dos apéndices vitales. El flequillo, a cubierto y el paso, cargado de elegancia y la canallería de las aves nocturnas. Trae consigo el aire añejo de la época dorada de la música americana y en sus tacones suenan reminiscencias que viajan del jazz, al swing o al rock and roll, todo ello unido con la magia unificadora del blues. Es Kike Jambalaya, uno de los mayores exponentes de lo que se ha dado en llamar los 'crooners del siglo XXI', una serie de cantantes que dan brillo al 'american song book' -el compendio de música popular que proliferó entre las décadas de los años 20 y los 50 en los Estados Unidos- y que recuperan la autenticidad de una época para muchos insuperable.

Dentro del circuito musical, a Jambalaya le conocen como el 'crooner madrileño' o 'el crooner que toca canciones de Jerry Lee Lewis', entre otras etiquetas con las que no se reconoce. "Empecé haciendo rock and roll clásico, después incorporé el piano y con los años fui introduciendo todo este repertorio clásico del american song book. Ahí empezaron a llamarme crooner, pero uno muy raro porque mezclo Broadway, jazz, country, boogy boogy, honky tonk, blues, rock and roll, rythm and blues... Todo lo que para mí es género americano superlativo, fuerte y con sentimiento. Y recuerda como surge la figura del 'crooner'. "Al principio era un cantante integrado en una orquesta que hacía canciones, generalmente procedentes de Broadway, desde donde se extrapolaba la canción principal. Entonces llegó Al Johnson, que le dio carta de ciudadanía al vocalista, y Bing Crosby. Con estos dos se emancipa el papel del vocalista de la tiranía de la orquesta y ahí empezamos con algo muy interesante y que continúa de manera muy fuerte con Frank Sinatra, con el que comienza también el fenómeno de los fans".

Su primer contacto con la música popular americana se remonta a la más tierna infancia. "Había discos en casa que traía un familiar que aún vive en Bristol cuando venía de visita, también mi padre tenía algunos discos interesantes, singles de jazz... De hecho, entre ellos estaban algunas canciones que incluyo en este disco como 'If you where the only girl in the world', que fue un éxito en 1917 en tiempos de la Primera Guerra Mundial". Más tarde llegaría Elvis Presley a desbaratar el concepto musical de un Kike Jambalaya que apenas había cumplido los 8 años y, algo más tarde, el rock and roll. "Si eres inquieto y llevas la música dentro, te pone un poco a la búsqueda de las raíces, porque todos estos artistas venían de algo. Si escuchas blues, vuelves a redescubrir el jazz, o si escuchas country y empiezas a ver el pegamento que hay entre todos esos géneros aparentemente contrarios, un pegamento que yo creo que es el blues y esas vivencias de las personas".

Acompañado de la Swanee River Band, Jambalaya presenta ahora el primer disco de un ambicioso proyecto, una trilogía dedicada a la historia de la música americana que abarca desde los años 10 hasta la década de los 50, con la aparición el rock and roll. El primero, 'Back home again', se ocupa de los años 10 y 20, rescatando el sonido de Nueva Orleans y las canciones que triunfaron en los primeros años de Broadway, como Swanee (1919), de George Gershwin. "Todo estaba muy integrado, la cultura americana, la música negra, la música que venía de Europa... el origen fue fascinante y les tocó a todos ellos; estuvieran en Nueva York o Nueva Orleans", recuerda. Una época de experimentación y autenticidad que trata de transportar cada noche, sentado a su piano, conservando el inconfundible aroma de lo auténtico. "Es una música que disfrutas mucho como oyente y, si tienes la oportunidad de interpretarle, es doblemente satisfactorio. Surge un flujo de energía muy fuerte cuando tocas con una banda como la mía, pueden interpretar un solo y después retirarte a disfrutar como público la improvisación musical, es una sensación fantástica... pero para hacer esto tiene que haber sentimiento, vocación y pasión. Si no, olvídate".