EL MAESTRO LIENDRE

Con perdón, gustó

El juego audiovisual 'Luces de la Libertad' proyectado sobre la fachada de la Plaza de la Catedral, encandiló a los gaditanos

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Por alguna norma no escrita, parece que cualquier carta al director, columna de opinión y comentario de un ciudadano en Internet, televisión o radio debe ser eminentemente negativo y descalificador. Se supone, por defecto, que si alguien quiere expresar su parecer, ejercer su sentido crítico, es, primordialmente, para decir qué no le gusta y por qué. Pero alguna vez, siquiera porque siempre perdices cansan, habrá que piropear. Tenemos grabado a fuego en el subconsciente ese principio clásico y sensato: «El halago debilita». Pero, sin caer en el elogio gratuito (mucho menos, interesado, ojalá) bueno parece discriminar lo que hacemos medianamente bien de lo que no, para mantener lo primero y corregir lo segundo. Si lo descalificamos todo, estamos condenados a partir de cero de forma crónica.

Vaya esta larga justificación para dejar claro lo que gustó 'Luces de la Libertad', juego audiovisual y didáctico proyectado sobre las fachadas de la plaza de la Catedral el pasado fin de semana. Se trata de un recurso técnico ya conocido pero mejorado, aplicado de forma común en parques temáticos, grandes eventos históricos o en saraos periódicos, de capitalidades culturales a históricos aniversarios o exposiciones universales. De acuerdo, no es nada del todo nuevo, pero se usó bien. Encandiló por igual a jóvenes artistas audiovisuales, modernos de corazón, abuelas de barrio, niños, puretas, lectores e iletrados. Gustó. Mucho. Y a mucha gente. Es una herramienta que, como todas, si se usa bien (en este caso, transmitir algunos datos históricos) resulta absolutamente legítima, válida, plausible. Además, sirve para ensalzar conjuntos monumentales en la ciudad que se redescubren, no contamina, la asistencia es gratuita. Ya se sabe que sólo es una modesta técnica audiovisual. Resultaría de una frivolidad estúpida considerar que un espectáculo, el que fuera, es capaz de sostener siquiera la décima parte de las expectativas que todos tenemos puestas en el Bicentenario de la Constitución, en nuestro diminuto remedo de Expo, en nuestros Juegos Olímpicos de barrio. Pero con ser una parte minúscula de una de las caras del cubo de rubik que es preciso encajar, conviene dejar claro que funciona, que gusta, que sirve, que parece conveniente repetirla con la frecuencia suficiente para alcanzar perfeccionamiento y familiaridad, con la infrecuencia suficiente para que no aburra. La repetición es el mayor enemigo del placer. De acuerdo, pero no nos va a salir ningún sarpullido por decir: esto ha gustado. No nos hace débiles, ni lerdos, ni manipulados ni conformistas. Lo de las luces de la Catedral estuvo bien. Muy bien. Conviene anotarlo. Ya tenemos prevista la décima parte del apartado lúdico del Doce, que a su vez es la décima parte de un conjunto formado por infraestructuras, grandes eventos culturales, citas de alto nivel político, actividades que difundan aquel legado político, ideológico, histórico, entre la gente. Vale, es un acierto pequeño, pero conviene anotarlo para empezar a buscar el siguiente. Además, María Luisa García Juárez, tuvo el buen gusto de decir el día antes: «Vamos a mostrarlo, a ver qué tal. Si a la gente le gusta, se hará más». Un ejemplo de respeto al cliente, al pagano, al contribuyente que ojalá impregne cada paso que se dé de aquí a 2012. Nos faltan boca y tiempo cuando no nos gusta algo. Pues conste que esta pequeña idea complementaria gustó. Simplemente. Disculpen. Con un poco de suerte, no se vuelve a repetir. Seguro que no vuelve a gustarnos nada en mucho tiempo.