CARTAS A LA DIRECTORA

Feminización del trabajo

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Durante los últimos cuarenta años hemos presenciado una transformación profunda en la economía mundial, lo cual ha afectado no sólo a la actividad económica, sino a muchos aspectos sociopolíticos y culturales relacionados con la vida cotidiana. Esta transformación está llevando a la supresión de las fronteras entre países y a la progresiva transnacionalización de la actividad económica. Una manifestación típica de la movilidad del capital que afectó a las mujeres fue la gran transferencia, durante la década de los setenta, de la producción industrial llamada de trabajo intensivo -industrial textil, de juguetes, de confección y parte de la electrónica- de los países más industrializados a los países de salarios bajos y con menor regulación laboral y productiva.

Precisamente esta búsqueda del lugar y del proceso de producción más barato en cualquier territorio del planeta llevó a lo que se ha calificado como una nueva preferencia por el empleo de mujeres. Además de las industrias que tradicionalmente han empleado una proporción elevada de mujeres -la textil y la de confección- y de las nuevas industrias, como la electrónica, con segmentos productivos en los que predominan las mujeres, la inversión transnacional ha afectado también al sector servicios.

Estamos presenciando, pues, la aparición de una nueva fase del capitalismo, con un mercado organizado de ámbito mundial que empuja la liberalización paralela del comercio y del intercambio internacional. De ahí la aparición del modelo neoliberal, impuesto especialmente durante los años ochenta a través del thatcherismo y el reaganismo, y su expansión mundial. La búsqueda de la mano de obra más barata ha llevado a la proletarización de un gran número de mujeres, es decir, a un aumento de la proporción de mujeres asalariadas tanto en el caso de capital transnacional como en el capital interior nacional. Esta tendencia ha intensificado el proceso de feminización de la fuerza laboral experimentado en la gran mayoría de los países durante las últimas décadas. Cabe mencionar que esta llamada feminización es algo ficticia, porque se refiere predominantemente a la fuerza laboral remunerada. A lo largo de la historia las mujeres siempre han trabajado; y hoy lo continúan haciendo. Debido a la falta de estadísticas sobre sus actividades económicas no remuneradas, estas actividades no son registradas ni valoradas en las cuentas nacionales. Como resultado, el aumento de la proporción de mujeres en el trabajo remunerado aparece en la estadística como una feminización de la fuerza de trabajo cuando, en realidad, refleja en gran parte de una transferencia de un sector a otro. Sin embargo, no hay duda de que se ha producido una feminización del trabajo asalariado en la gran mayoría de los países.