vuelta de hoja

Oído al número

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Cuando las mayorías silenciosas rompen a hablar todos sus componentes lo hacen a la vez. El vocerío es considerable, pero muchos políticos no lo toman en consideración, lo que supone un desaprovechamiento de los largos y puntiagudos pabellones acústicos que adornan a la mayoría de ellos. Aunque la jornada electoral esté lejana y puedan ocurrir sucesos que transformen los criterios actuales, tendrían que estar más atentos. Se dice que una noticia es un rumor que se confirma, cosa que no siempre es cierta, pero también puede decirse que una manifestación puede ser el eco anticipado de un cómputo de votos. Claro que eso siempre es conforme y según quienes los cuenten.

En democracia sí que no hay peor sordo que el que no quiere oír la voz del pueblo, pero en las dictaduras no hay que temer eso, ya que sólo las paredes oyen. Cuando, por fortuna, la gente puede opinar y por lo tanto acertar o equivocarse y ser fiel a sus convicciones o ser fiel a los acontecimientos, hay que estar alerta y ponerle oído al número. No únicamente a los que anticipan la aritmética electoral. ¿Qué está pasando para que en algunas comunidades españolas haya crecido en más de un 60 % la demanda de ayuda a Cáritas? Miles de personas piden empleo o vivienda, o las dos cosas, pero hay más que lo que piden es comida. Ésa es la papeleta que les urge solucionar.

Hay muchísima gente que no se manifiesta. Gracias a eso aún se puede circular por las calles en determinados días de entre semana y en algunos festivos. Los politólogos de carné se preguntan por qué no se reúnen con más frecuencia los que están unidos por la desesperanza. Quizá sea porque no tienen fuerza para gritar. O porque saben que no se les escucha. También puede ser porque no tienen tela ni para pancartas.