HOMENAJE A CHANO LOBAQTO EN EL GRAN TEATRO FALLA

Recuerdo con sonrisa

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A lgunas personas, cuando se marchan definitivamente, no se acaban de ir del todo. Es como si un poquito de su chispa se quedara dentro de cada uno de nosotros. Más o menos como el faro fenicio que fue encontrado encendido después de los milenios en la descabellada anécdota que solía contar Juan Ramírez Sarabia. Y fue precisamente con la cálida voz gastada de Chano Lobato contando sus cositas de siempre, que diera comienzo este sentido homenaje a uno de los cantaores más queridos de nuestros tiempos. No ha sido el típico homenaje protocolario con placas y ramos y politiqueo, sino una auténtica y conmovedora muestra del cariño de un pueblo y de los compañeros más allegados. Jesús Vigorra, que durante años ha conducido un programa radiofónico donde intervenía Chano, y Matilde Coral, contertulia del mismo y bailaora con larga historial laboral junto a Chano, nos guiaron por las anécdotas e intervenciones, algunas programadas, otras improvisadas, que conformaron este acontecimiento lleno de alegría y buen humor, como el Tío Chano hubiese querido. De hecho, fue imposible no pensar que nos estaba observando desde lo alto, soltando sus simpáticas impertinencias. La misma Matilde afirmó haber recibido una llamada telefónica de Chano desde su nueva morada, mediante la cual éste explicó que no le habían dado permiso para asistir al homenaje, porque tenía que atender a Trini España y Manuela Vargas, recién llegadas ambas. Lágrimas y sonrisas, emociones a flor de piel.

Con la imagen de Chano Lobato proyectada en el telón de fondo, un admirable elenco de artistas le brindaron sus actuaciones. Los jóvenes cantaores Antonio Reyes y Encarna Anillo, con Antonio Higuero y Jesús Guerrero a la guitarra respectivamente, fueron seguidos por la veteranía de Felipe Scapachini y Carmen de la Jara, con el toque de Eduardo Rebollar y Antonio Carrión. En Cádiz, todavía se puede hablar de «personalidades cantaoras», frente a la homogeneidad del producto de otras localidades. El peculiar sabor del cante de Cádiz expresa la belleza y misterio del flamenco mediante estilos y palos que en bocas no gaditanas pueden resultar simples.

El baile lo puso el magnífico Juan José Jaén, El Junco, con el acompañamiento grabado de la guitarra de Pedro Sierra y el mismo Chano al cante por alegrías, provocando el primer aplauso rítmico de la velada. A continuación, se nos regala la mejor sorpresa de la noche.

Mientras Matilde suelta ocurrencias, aparece por detrás Miguel Poveda para cantarle a la señora, así recreando el Momento Mágico de la última Bienal de Flamenco de Sevilla que mereciera el reconocimiento del Giraldillo de aquel evento. El verso que canta Miguel por cantiña, «Chano Lobato que en gloria esté», y el baile de Matilde que con esta breve intervención debuta en el venerable Teatro Falla a sus 74 años, envía una carga eléctrica al respetable, y sabes que estás presenciando un momento histórico.

David Palomar ofreció las únicas siguiriyas de la noche y recordó el cante de las Mirris que siempre interpretaba Chano, acompañado por Rafael Rodríguez a la guitarra. Juan Villar, asumiendo elegantemente su papel de patriarca y maestro del cante de Cádiz, con su Periquín a la guitarra, demostró que ha recuperado las facultades de hace años. El Nano de Jerez ofrece una pincelá del Bombero, numerito originario de Cádiz, y Mariana Cornejo derrama su gracia con la guitarra de Rebollar.

El fin de fiesta es por tanguillo de Cádiz, aquel de los duros antiguos, y al final, parece que. sí. allí está el Tío Chano entre la multitud, abandonando el escenario con la chaqueta recogida por la cintura, y una pícara sonrisa en la cara.