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Escolarización y política

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M atrimonios que fingen una separación para obtener más puntos. Hermanos escolarizados en colegios diferentes, a veces a kilómetros de distancia. Y la joya de la corona. El cobazo más habitual y a la orden del día: niños empadronados en casa de los abuelos, de los tíos, de algún amigo. Incluso en la oficina en la que trabaja el padre. O lo que es aún más rocambolesco, en la oficina en la que dice el padre que trabaja sin ser así. Todo por arañar un puntito en la baremación para conseguir plaza en el colegio deseado. Trampas y más trampas con detectives de por medio haciendo fotos a los buzones de las casas para demostrar que tal o cual niño no vive allí. Un auténtico despropósito en un tema tan clave, tan fundamental, tan importante como la elección de colegio para nuestros hijos.

A día de hoy, en Andalucía los padres no tienen derecho a elegir el centro en el que quieren que estudien sus hijos. Tienen derecho a presentar la solicitud y, en un numero elevadísimo de casos, a entrar en un sorteo, como si se tratara de una tómbola. Una bolita decidirá si puede ir al colegio que queremos o al que le salga de la punta de la nariz a la delegación de Educación.

El proceso es el siguiente. Su hijo, de pronto, va y cumple tres añitos. Y resulta que ya tiene edad de ir al cole. Tiene usted una buena cuenta corriente. Perfecto. En Cádiz/Bahía puede solicitar plaza en los tres privados existentes. Por un lado Argantonio y El Centro Inglés y, por otro, Guadalete si su retoño es varón o Grazalema en caso de que sea niña.

¿Que no le convence o no puede permitírselo? Le quedan dos opciones: colegio concertado o público. Para los concertados hay overbooking total. Casi todo el mundo los prefiere a los públicos, donde no hay problemas de plazas. Y ahí surge el quebradero de cabeza. La Junta entiende que sus colegios públicos son tan, tan buenos, que mientras haya una sola plaza libre no aumentarán las de los concertados. En contra, por supuesto, de lo que opinan un elevadísimo número de padres, para los que parece ser que ellos no gobiernan.

En fin, se decide usted por la opción concertado. Empiece a poner velas a quien prefiera. Pasos a seguir. Presente los papeles en el colegio deseado. Adjunte sus datos de empadronamiento (diez puntitos si vive cerca), el justificante de que ya tiene un hermano en el centro (seis puntitos), el certificado de separación o divorcio (dos puntitos más). A partir de ahí se establece una lista entre todos los solicitantes. Los que más puntos tengan, pa'dentro. El resto (la mayoría generalmente), a sorteo puro y duro, como en la Champions League. Si no le acompaña la suerte, se le asignará una plaza en uno de los colegios sobrantes, generalmente el carro del pescao.

¿Qué ocurre?, pues que para obtener los máximos puntos posibles, la gente se inventa que vive en el quiosco de la esquina del colegio, que su matrimonio es un desastre y, como esto siga así, le pedirá a un amigo que falsifique su Libro de Familia y diga que su hijo -ya escolarizado- en realidad, fue un desliz de su señora y que es hermanastro de uno de Tercero de Primaria, para ver si al menos le dan otro puntito. Lamentable.

Se pongan como se pongan los responsables de Educación de la Junta de Andalucía, su gestión de los procesos de escolarización es pésima y por más señales que se les envían, ni caso. Se aferran a su idea con desesperante cabezonería y todo sigue igual. Aplican a rajatabla su política y no gobiernan para el ciudadano, sino para ellos mismos. No es normal que año tras año, miles de padres de toda Andalucía pasen un verdadero calvario para un trámite tan básico, un derecho tan esencial, como elegir colegio.

De toda la vida, los hermanos han ido juntos al colegio. Es obligatorio que el mayor defienda al pequeño cuando un abusón le quita la pelota. Y ahora hay casos de niños en diferentes centros. Y sobre todo es obligatorio que los padres puedan elegir centro, no que nadie lo haga por ellos.

En Cádiz, el delegado Manuel Brenes ha sido relevado esta misma semana en medio de la polémica. Le sustituye Blanca Alcántara. ¿Cambiará algo? Pues probablemente no. Estos problemas no son exclusivos de Cádiz. No tienen que ver con las personas que ejecutan las normas, sino con los que marcan las líneas a seguir, a las cuales les importa muy poco que haya padres que lo pasan realmente mal por culpa de su ego político. Y que no quieren darse cuenta de que hay colegios públicos que son una vergüenza y hay padres que no están dispuestos a llevar a sus hijos allí. ¿O acaso están los suyos?