ANÓNIMOS. Ricardo María, Lucía y Alfonso mantienen el anonimato, pero cuentan sus historias para ayudar a otros enfermos. El viernes habrá una reunión abierta en la sede grupo Esperanza '89. / OSCAR CHAMORRO.
Ciudadanos

La incertidumbre laboral agudiza los problemas con el alcohol en Cádiz

Los centros de drogodependencia atendieron a 820 adictos a la bebida el año pasado, lo que supuso un 10% más de los tratamientos que en 2007

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El abuso del alcohol es el principal motivo del desarrollo de enfermedades hepáticas y coronarias, pero no hay un cartel informativo ni zonas acotadas para su consumo como en el caso del tabaco. Se trata de un producto habitual que se sirve en múltiples presentaciones y no llega a considerarse una droga. Así lo ponen de manifiesto los colectivos de apoyo a afectados como Alcohólicos Anónimos que cumple hoy 74 años.

Los problemas con la bebida resultan cada vez más visibles en la provincia, donde no han parado de aumentar los tratamientos de deshabituación desde 2003. Este incremento supone casi un tercio en los últimos cinco años. Sólo en 2008, los centros de drogodependencia de la provincia atendieron a 820 pacientes por adicción a este tipo de droga, un centenar más que en el ejercicio anterior. Los datos pertenecen al último informe del Observatorio Andaluz de Drogas y Adicciones que ha publicado recientemente en la web de la Consejería para la Igualdad y Bienestar Social.

Esta tendencia se ha mantenido en el último decenio, a pesar de las campañas de prevención y el endurecimiento de las normativas, tanto de consumo como de tráfico. Es más, los problemas con la bebida se han agudizado con la crisis y la incertidumbre laboral, tal como reconoce Alberto Matilla, coordinador de la Asociación Arca, que mantiene convenios con ayuntamientos para la atención a alcohólicos como en el caso de Cádiz.

Repunte en la Bahía

Este colectivo ha aumentado su actividad en un 25% desde que cayó el empleo y empeoró la situación económica, especialmente en municipios de la Bahía. «Estamos recibiendo más llamadas de San Fernando y Chiclana en los últimos meses», aseguró Matilla que ve la causa en la frustración y la falta de expectativas en el trabajo. Esta demanda «está saturando los servicios, porque no hemos podido hacer frente al aumento de personal que requiere la nueva situación», se lamenta.

En la provincia hay en torno a 60.000 alcohólicos, un 5,3% de la población gaditana y todo parece indicar que la cifra seguirá subiendo. «La pérdida del trabajo es una de las causas más habituales para caer o recaer en el alcoholismo», insiste el responsable del colectivo. El que es bebedor social, comienza a hacerlo de forma habitual y termina en un consumo patológico. «La bebida reduce la ansiedad y genera sensaciones momentáneas de felicidad, de ahí que se recurra a ella en momentos bajos», reconoce.

La Asociación Arca asegura que es difícil trazar un perfil del alcohólico en la provincia, pero asegura que es más común en hombres de entre 35 a 45 años. Esta apreciación coincide con los datos que maneja la Consejería para la Igualdad y Bienestar Social, que tiene la competencia sobre centros de drogodependencia y tratamientos de rehabilitación. En un estudio más específico, el consumidor que abusa suele ser un hombre de más de 40 años con estudios primarios y en situación de desempleo. Un 37% de ellos está casado o vive en pareja con hijos a su cargo y antes de iniciar el tratamiento admitieron que bebían a diario.

Respecto a los tratamientos para dejar esta dependencia, el más habitual y también el más demandado es el de deshabituación a través de terapias. Las recaídas son frecuentes, pero si se mantiene puede superarse la adicción, aunque «nunca se deja de ser alcohólico», tal como indican los enfermos rehabilitados.

Violencia machista

Además de todo lo que conlleva el alcoholismo en el ámbito personal, hay que tener en cuenta que el problema se extiende al entorno familiar. La mitad de los casos de violencia de género se producen por el abuso de la bebida por parte del hombre. Así lo han constatado los especialistas del programa Malva, dependiente del Ministerio de Igualdad, cuya máxima responsable, Olga Coronado, asegura que «violencia y dependencia de la bebida no es una relación causa-efecto, sino una circunstancia multicausal». Para la experta, lo fundamental pasa por «la detección precoz de conductas problemáticas». Así como «desmitificar la idea de excusar al maltratador por tomar unas copas de más y culpabilizar a la mujer que huye de la situación refugiándose en el alcohol», según expuso recientemente en una visita a la capital.

Ante esta situación, las asociaciones de rehabilitación y los colectivos de afectados piden un mayor control de la venta de bebidas de alta graduación. La facilidad para adquirirlas y el que no esté mal visto socialmente son parte del problema.