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Los emblemas

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Los que ya somos mayores, y vivimos una posguerra, una mayoría tuvimos que aguantar una serie de calamidades a injusticias que hoy, a los que no lo vivieron les cuesta trabajo creerlas.

Por poner un ejemplo, una cosa llamada el Emblema. Esto vino por aquello de las calamidades y pobrezas que existieron a raíz de los años cuarenta, más conocido como la época del hambre. Por parte de una institución llamada Auxilio Social, creada por la Falange y con dinero público y alguna que otra ayuda, más o menos obligatoria que se les exigía a los ciudadanos. Esta institución se dedicaba por medio de unos comedores a facilitar alimentos a los más necesitados.

De estas ayudas, una de ellas fue la creación del llamado Emblema, que no era otra cosa que un cartoncito de tamaño un poco mayor de un sello de correos y que era obligatorio, todos los fines de semana, llevarlo visible para tener acceso a bares, cines, teatros, campo de fútbol o cualquier otro espectáculo, ya que sin él no se podía acceder a ninguno de esos sitios.

En los bares, antes de preguntar el camarero qué íbamos a consumir preguntaba si teníamos el Emblema. Caso de no llevarlo, se le entregaba uno previo pago de su importe. Si por casualidad entraba alguna autoridad requiriendo el dichoso cartoncito y éste no estaba en poder del cliente, automáticamente era multado tanto el bar como el propio cliente. El precio de estos artilugios era de 30 céntimos el ordinario y de una peseta el especial, que era para espectáculos de más o menos categoría.

Como siempre en este país ha existido la picaresca, por ejemplo, en el bar el camarero lo ponía encima del mostrador o de la mesa y si nadie lo requería a la hora de marcharse el cliente, era retirado por la casa sin cobrar el Emblema. Lo cierto es que se le tenía verdadera antipatía al tema.