EL FORO

El tramposo de la Ley

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i estuviera en su mano, si usted pudiera hacer una trampa que le beneficiara de alguna manera, ¿la haría? Piense bien en su respuesta. Porque todos tenemos un alto concepto de nosotros mismos y pensamos que nuestra honestidad, nuestra honorabilidad está fuera de toda duda. Cuando aparece la tentación en forma de oportunidad es cuando nuestros principios podrían desmoronarse. A veces la necesidad, a veces la avaricia, a veces la soberbia, hacen que algunos se conviertan en tramposos. Hace unos días conocíamos una estafa a la Seguridad Social en la que están implicados cientos de vecinos de Almanjayar, barrio deprimido de Granada. Le pagaban a un listo que falsificaba contratos para que ellos tuvieran después derecho a subsidio de desempleo. No hay disculpa para el fraude de millones de euros al erario público, al contribuyente que con sus tributos sostiene al estado. Pero sí comprensión. La pobreza, la falta de expectativas y de salidas a una situación marginal provocan desesperación y ruptura de reglas. Para quien no ha de haber comprensión es para aquel que, beneficiándose de una situación de privilegio por ser funcionario público, oculta información para ganar más pasta. Posiblemente lo de Garzón no es un delito. Pero es que no hace falta cometer un acto tipificado en el Código Civil o Penal para perder la autoridad ética y moral. Será el Consejo General del Poder Judicial, el órgano regulador de los jueces, el que califique la desinformación del magistrado y determine si hubo o no hubo mala fe. No sé cómo escapará Baltasar de este trance, pero es evidente que este mediático juez, escritor y conferenciante, está perdiendo su crédito personal y profesional, este último ya muy tocado desde que hiciera campaña con el PSOE. No llegó a ser ministro, como su amigo Bermejo, ya desalojado del barco, pero ahora se postula para presidir la Audiencia Nacional. Alucinante.