CRÍTICA DE TV

China

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Nuestra televisión pública estatal, RTVE, ha firmado un acuerdo con la televisión pública china, CCTV, para intercambiar «programas informativos, documentales, culturales, música clásica y series de ficción; realizar coproducciones, y fomentar las actividades de difusión de la imagen de cada país en el otro». El acuerdo se ha firmado en el Palacio de la Moncloa, nada menos. No me resisto a transcribir las palabras del director de TVE, Javier Pons, perfecto ejemplo de esa jerga tecnocrática que, a fuerza de usar palabros neutros, termina construyendo una realidad que no es tal: «Este acuerdo histórico con la televisión pública china nos va a permitir intercambiar contenidos y experiencias con el principal operador del país emergente más relevante. Además de colaborar en el salto tecnológico que va a suponer la Alta Definición, el intercambio de noticias y programas va a profundizar en el conocimiento mutuo de los dos pueblos». China es la mayor dictadura del mundo. Ya no es el atroz despotismo de Mao, pero sigue siendo un régimen autoritario a un paso del totalitarismo. La legislación es durísima y echa abundante mano de la pena de muerte. Cualquiera de estas cosas hubiera sido causa de ruptura de relaciones con el Chile de Pinochet o la Suráfrica del apartheid. Pero como no es ninguno de estos países, sino una potencia económica descomunal que nos ofrece un mercado por conquistar, entonces los pecados se absuelven en nombre del negocio. Lo de Occidente con China es el mayor ejemplo posible de hipocresía. ¿Y qué tiene que ver esto con cuestiones estrictamente televisivas? Pues lo siguiente: si TVE se convierte en socio de la televisión pública de la dictadura china, hay todas las razones del mundo para pensar que TVE dejará de ser objetiva -si alguna vez lo ha sido- en la información sobre ese país. De esa manera, hay grandes posibilidades de que China, para los espectadores de TVE, ya no sea la mayor dictadura del planeta, sino un alegre país de esforzadas y simpáticas gentes bajo la paternal mano de un Gobierno amigo que prodiga bienestar y progreso a todos los rincones del mundo, que esta es la imagen que vende la televisión pública china.

Aunque, ahora que pienso, tampoco es muy distinta a la imagen de España que vende TVE.