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Teléfonos

Es raro el día que no llaman a casa de alguna nueva operadora de teléfonos ofreciendo una serie de nuevas ventajas. En una palabra: ofreciendo duros a cuatro pesetas, como si eso existiese. Normalmente, suelo contestar que, desde los años sesenta, tengo mi contrato con la compañía Telefónica, o sea, desde que el teléfono era de cuatro cifras. Y después de lo que hemos tenido que aguantarle a la compañía, no voy ahora a cambiarme.

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Recuerdo cuando, para poner una conferencia había que hacerlo a través de la operadora, ya que el teléfono no era directo. Se llamaba al 09 y siempre había unas horas de demora. Ya podía ser para donde fuera, bien a la provincia o al resto de España.

Todo había que hacerlo en las oficinas de la compañía, ya que, al no existir cabinas, había que acudir a ellas, o bien, al que tenía teléfono particular que eran los menos. Recuerdo que los que sufrían una verdadera odisea eran los críticos, bien deportivos o taurinos, que cuando se desplazaban a cualquier localidad para dar sus crónicas antes del comienzo del espectáculo iban a un bar o restaurante y pedían la conferencia para la terminación del mismo. Si tenía suerte, se la daban y podía dar la crónica a su medio de comunicación. Cuánto de esto sabían en El Resbaladero.

Se contaba un chiste en aquellos tiempos de un señor que llegó a la oficina de la compañía y pidió una conferencia con Chiclana y le dijeron que ya le avisarían; llegó un hombre y pidió una conferencia con Hamburgo y se la dieron rápidamente; otro con Nueva York y lo mismo; entonces, el que esperaba la de Chiclana le dijo a la señorita: Póngame con este número de Moscú y rápido. Llamó a un amigo y le dijo: ¿Manolo, llama a Chiclana a mi mujer y dile que no puedo ir a comer!

Por eso digo -que antes no lo decía-: benditos móviles.